Expertos consultados por Deutsche Welle analizan el posible origen de la crisis entre Colombia y Venezuela, y afirman que la situación de los deportados colombianos causa ya una brecha sensible entre los dos países.
Luego de la reunión entre las cancilleres de Colombia y Venezuela, en la que no se consiguió acuerdo para reabrir las fronteras cerradas entre los dos países, la tensión bilateral se mantiene este jueves. Pero además del tema político, existe otro muy sensible: el de la deportación de cerca de 1.500 ciudadanos colombianos de Venezuela, presuntamente realizada en medio de violaciones a los derechos humanos por parte de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB).
“La actual discriminación de colombianos en Venezuela ya causa un deterioro en el clima social entre ambas naciones”, dice a DW Daniel Flemes, investigador del Instituto de Estudios Globales y Regionales (GIGA), con sede en Hamburgo. “Medios y ciudadanos de Colombia interpretan el endurecimiento de los controles fronterizos como una patraña”, asegura.
En cuanto al actual desencuentro bilateral, “la tesis dominante es que el partido de gobierno (PSUV) y el propio presidente están viviendo una crisis de aprobación popular, según los últimos sondeos de opinión”, asegura a su vez Víctor Manuel Mijares, experto del mismo GIGA. La crisis económica y la inseguridad ponen en aprietos al mandatario venezolano ante los comicios parlamentarios de diciembre, y las medidas decretadas son a su juicio un intento de lograr unidad. Es un recurso conocido a lo largo de la historia, recuerda Flemes: “Se trata del llamado rally around the flag. El conflicto con países vecinos es un medio eficaz para cerrar filas en apoyo de los gobiernos” agrega.
Consecuencias imprevisibles
“No es una tesis descabellada, pues sirve para explicar el timing de las decisiones”, indica Mijares, por separado. “Pero estas políticas podrían ir más allá del escenario electoral”. El académico abunda: “Mi hipótesis es que el chavismo está preparándose para una nueva etapa en la que tendrá que gobernar en minoría. No es fenómeno nuevo, pero es sin duda una situación compleja para regímenes híbridos o autoritarismos que se legitiman electoralmente. Para lograr gobernar en minoría se requiere dislocar a Venezuela de su propia región y hasta cierto punto del sistema internacional”, señala Víctor Manuel Mijares.
Un ejemplo de este escenario teórico, dice Mijares, es que el bolívar venezolano se ha convertido en la práctica en una moneda inconvertible. Hay otros. “Incluso en aspectos menos llamativos y que parecen curiosidades, como tener un huso horario distinto, Venezuela se ha aislado de su propia región”, asegura Mijares.
Este dislocamiento podría acentuarse aún más, tanto política como económicamente. Daniel Flemes considera que “tras los esfuerzos del presidente Santos para des-ideologizar y dar más objetividad a la relación bilateral, el presidente Maduro pone en riesgo con sus arrebatos poco diplomáticos el capital político que tanto trabajo había costado construir”.
Laberinto económico
Víctor Manuel Mijares analiza así las repercusiones económicas de la actual crisis colombo-venezolana: “En el pasado reciente las crisis con Colombia eran terribles, pues Venezuela importaba la mayor parte de alimentos clave, como lácteos, de su vecino occidental. Pero la balanza comercial fue sistemáticamente disminuida a lo largo de las confrontaciones de la era Chávez-Uribe”.
Hoy “sus importaciones más delicadas, alimentos, vienen de Mercosur. En la Unasur, con Brasil a la cabeza, no hay voluntad política de actuar, pues cada gobierno de países potencialmente influyentes vive, en sus propios términos, su crisis doméstica. De allí que el gobierno venezolano tenga tan pocos estímulos para modificar su conducta”, dice.
Por su parte, Flemes lo resume así: “Venezuela, afectada por la inflación y la falta de abastecimiento, solo puede seguir perdiendo ante un vecino que registra sólidos niveles de crecimiento”.