“La droga se compra como ‘pan caliente’ en las plazas y veredas de la urbanización San Jacinto. Después de las 12:00 de la medianoche, el negocio de los estupefacientes se mueve con fuerza”, alerta un oficial, reseñó Panorama
Cada microtraficante tiene su punto de venta y no sale de esa zona. Sabe que de “invadir” el espacio de otro jíbaro puede generar enfrentamientos entre ellos.
“Esperan sentados en una banca de la plaza a que llegue el comprador. Otros las entregan en sus casas o en las canchas. Casi nunca lo hacen de día. Generalmente, prefieren la noche, porque las calles están oscuras y solas. Nadie camina después de las 9:00 pm por las veredas, por pánico”, asegura un residente de San Jacinto.
El crack, la marihuana y el perico es lo que más venden. El cannabis es ofrecido en una pequeña bolsa plástica que le dicen “La Penca”, esboza un vecino.
La mafia de la distribución de la droga tiene su epicentro en los sectores 8 y 15 de la urbanización. En el primero se vende más la marihuana y en el segundo el crack, asevera un funcionario policial que patrulla en la zona.
“La droga la traen los vendedores de los barrios cercanos a San Jacinto, como 23 de Marzo, Virgen del Carmen y Motocross”, comenta el oficial.
Los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) manejan apodos y están tras los pasos de los cabecillas de las bandas que mueven el negocio ilícito.
Según fuentes policiales, el problema no solo se centra en la venta de los estupefacientes, sino que, los adolescentes son “reclutados” por estos cabecillas para que roben en la urbanización y a cambio le dan droga para que consuman.
Los delincuentes no superan los 25 años. “Los más grandes mandan a los de 14, 15 y 16 años a robar celulares en las veredas y si no lo hacen son amenazados”, dice un vocero policial.
Además de teléfonos, que es lo más común que se roban, los jóvenes se meten a las casas para llevarse las bombas de agua y los aires acondicionados. También se montan en los techos para agarrar las tapas de los tanques, comenta Marlene Parra, una residente del sector 9.
“Todo eso lo venden a precio de gallina flaca para poder comprar droga”, susurra un comerciante de la zona.
La vigilancia de San Jacinto está a cargo de Polimaracaibo , según el plan de Patrullaje Inteligente de Patria Segura. Los sectores 7,12,13,14,15,16,17 y 18 le corresponden al cuadrante número 50. Mientras que el 2,3,4,5,8,9 y 10 forman parte del cuadrante 51.
A pesar de esto, los vecinos reclaman más seguridad en la urbanización. Sienten que se convierten en presos en sus propias casas en las noches. “Ya no se puede hacer una fiesta en plena calle o en el porche porque es un atraco asegurado”, dice una ama de casa.
“Antes había un modulo policial al lado de la iglesia del sector 8, pero hace más de ocho años lo quitaron y lo convirtieron en una capilla”, reclama un vendedor de periódicos.
Los delincuentes tienen armas largas y las usas para cobrar a quien no le paga “a tiempo” el dinero producto de la venta de droga.
“La policía poco pasa por las calles de San Jacinto. A pesar que es una de las urbanizaciones más grandes de Latinoamérica, no tenemos un buen plan policial que nos resguarde”, manifiesta un residente del sector 5.
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