Personas cercanas me critican que yo me dirija a quienes ostentan el poder en Venezuela como gobierno. Mi argumento es que llegaron al poder por elecciones y que son reconocidos internacionalmente como quienes ocupan legalmente las instituciones que están previstas en la constitución nacional.
Sin embargo, el contra argumento resulta demoledor. ¿Cómo se puede llamar gobierno a un grupo que antes de ocuparse de los problemas de la gente, está pendiente solamente de sus asuntos particulares? ¿Es un gobierno un grupo de personas que usufructúan el poder en beneficio particular llegando al extremo de tener un tren de vida imposible de sostener con el salario de un funcionario público? ¿Es gobierno quien disfruta del boato de avión privado, hoteles de lujo, comitivas inmensas, atención médica en el exterior pagada por el tesoro público?
La verdad es que no me la pusieron fácil. Sin embargo, yo mismo he argumentado en muchas ocasiones que existe un divorcio evidente entre las prioridades de la gente y los asuntos que el gobierno declara como prioritarios. La agenda del gobierno no obedece a una agenda pertinente, es decir, a aquellos temas y problemas que más afectan la vida de los venezolanos.
Esta perspectiva ayuda a entender el por qué Venezolana de Televisión no puede ser considerada el canal de todos los venezolanos. Su programación es absoluta y toralmente parcializada. Las noticias no tienen nada que ver con la realidad que le toca vivir a ese más de 80 por ciento de los venezolanos que piensa que la situación del país está mal. Se entiende lógicamente que hay una diferencia diametralmente opuesta entre lo que el gobierno quiere proyectar como situación de país y lo que percibe el pueblo. Queda claro en este caso, que VTV no está al servicio del pueblo venezolano. Que su programación parcializada está al servicio privado de un grupo político y que por lo tanto, no cumple con el objetivo para el cual el gobierno, en nombre del pueblo, la mantiene.
La caída de los precios del petróleo, el pago de una deuda contraída de forma irresponsable y el servicio de la misma, tiene al gobierno sin capacidad de financiar como antes los programas sociales y las importaciones. Maduro se limita a mostrar un cartelito que muestra el alicaído precio de nuestro barril. Medidas en esta materia resultan obligatorias y urgentes. Por el contrario, el grupo en el poder antepone sus intereses políticos particulares y hace que los mismos rijan la actuación del gobierno en detrimento del pueblo.
Y todo se explica con el hecho de que el “gobierno” no quiere asumir los costos de tomar medidas correctivas del desastre que ha sembrado a lo largo y ancho del país. Tienen claro que su base política se ha desintegrado y que de aplicar esas medidas necesarias, el resultado sería incluso peor. Ya recordé en otro artículo cuando Luis Herrera Campins tomó las medidas que responsablemente tenía que tomar en pleno año electoral. No antepuso ni el presidente ni su partido político sus intereses grupales a los del país en general.
A pesar de las críticas que en su momento hizo Chávez a la cantidad de espalderos con los que contaban los políticos a finales de los noventa, los actuales personeros en el poder gozan de unos privilegios nunca antes vistos. Vehículos de último modelo y alta gama, chofer, guardaespaldas y vehículos de apoyo conforman un ejército de personas dedicados al cuidado de los funcionarios del partido de gobierno y sus familiares. Mientras tanto, el objetivo del gobierno de garantizar la seguridad de los venezolanos en general no es ni mencionado en las frecuentes cadenas que el señor Maduro trata de dirigir cual animador de televisión más que como presidente.
¿Se ocupa el “gobierno” del asunto del desabastecimiento? Por el contrario, con sus acciones lo promueve. Cada una de las acciones puestas en marcha por la administración terminan entorpeciendo los procesos productivos, generando más corrupción y agudizando el problema de las colas. La solución de este asunto pasa por quitarle prioridad a la apuesta electoral de la casta política en el poder y tomar las medidas económicas necesarias para diversificar la producción y poner las importaciones en manos de los privados y no en la de los funcionarios que se han enriquecido groseramente durante los últimos quince años.
El “gobierno” necesita más dinero. Pero para mantener unos aliados internacionales que le sirvan de apoyo en momentos álgidos, sigue entregando petróleo a precios preferenciales y con pagos diferidos. Nuevamente, el interés del grupo político está por encima de sus deberes con los venezolanos.
Son muchos los temas que pudiéramos usar para explicar la delicada situación que atravesamos los venezolanos. Nos encontramos en un barco a la deriva mientras que los encargados de tripularlo se ocupan de cualquier asunto de su propio peculio sin prestar atención alguna a la suerte que están corriendo quienes mueren en las colas para comprar alimentos, sin que les duelan los enfermos que se van quedando sin los insumos necesarios para sus tratamientos, sin que les pase por la mente la necesidad de equipar los hospitales, mantener las escuelas, garantizar el servicio de electricidad.
A los miembros de la casta que se autodenomina humanista les importa un bledo que Venezuela supere este año los veinticinco mil asesinatos. No les concierne la cantidad de familias mutiladas, los hijos sin padre o madre, los padres a los que les toca la antinatural tarea de enterrar a sus hijos. El hampa sigue a sus anchas derrotando al gobierno en el campo de la violencia.
Lo cierto es que quienes ocupan el poder tienen su atención dirigida a las elecciones del 6D. No encuentran como seguir causando angustias a los venezolanos. No se cansan de provocar situaciones que saquen al pueblo de sus casillas. Se saben perdidos. Reconocen insuficiente su sistema de trampas para mantenerse en el poder.
Y por eso seguirán generando situaciones artificiales como el cierre de fronteras, el encarcelamiento forzado de todo aquel que de una declaración que no le guste a la casta gobernante. No quiero ser pájaro de mal agüero, pero incluso una posible condena de Leopoldo López estaría en la agenda de quienes se saben perdidos y están locos por tirar las piedras sobre la mesa a ver si logran un barajo.
Venezuela está a la cola de todos los países del hemisferio. Los venezolanos se cansaron de ello. La casta en el poder debiera ir pensando cómo lograr un proceso político de transición que minimice los sufrimientos para los empobrecidos venezolanos si no quieren desaparecer del mapa político como les sucedió a los anteriores.