El presidente de EE.UU., Barack Obama, está evaluando una “amplia variedad” de opciones para cerrar la prisión de Guantánamo (Cuba), una de sus promesas presidenciales aún por cumplir y prioridad para sus últimos dos años de mandato, según declaraciones hechas hoy por un portavoz de la Casa Blanca.EFE
Entre esas opciones, el portavoz Josh Earnest no descartó el uso de acciones ejecutivas, con las que Obama ha conseguido esquivar el bloqueo del Congreso, en poder de la oposición republicana, para legislar en materia migratoria o aliviar el embargo económico que pesa sobre Cuba.
El portavoz, a bordo del avión presidencial Air Force One, fue preguntado sobre si Obama utilizaría su autoridad ejecutiva para echar el cierre al penal, diseñado para internar a las personas acusadas de terrorismo en la base naval que Estados Unidos tiene en Cuba.
“El presidente y su equipo siempre están considerando una gran cantidad de opciones”, contestó Earnest.
Sin embargo, según precisó, para el presidente Obama el mejor camino para cerrar la polémica prisión sería que el Congreso aprobara un plan para transferir a los prisioneros a terceros países, de forma que fuese menguando el número de internos en el penal.
El cierre de Guantánamo es una de sus promesas pendientes de la campaña de 2008, para la que ha encontrado trabas en el Congreso, especialmente entre los republicanos que se oponen a la transferencia de los presos a otras cárceles dentro del país.
El mandatario ha acelerado en los últimos meses sus esfuerzos por cerrar el polémico penal y las trasferencias de presos, que a pesar de efectuarse a cuenta gotas despiertan la férrea oposición de muchos legisladores que temen que los reos acusados de terrorismo acaben en las cárceles de sus propios distritos.
Las últimas transferencias de reos se produjeron en junio, cuando Estados Unidos envió seis presos a Omán, los primeros que abandonaban el penal desde enero y los primeros que lo hacían desde que Ashton Carter fuera nombrado secretario de Defensa.
La prisión todavía alberga a 116 detenidos, una cifra muy por debajo de los cerca de 800 que llegaron a vivir entre sus muros después de que el presidente George W. Bush decidiera emprender una guerra contra el terrorismo islamista y crear esta cárcel de máxima seguridad tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Tras los ataques terroristas en París de principio de año, la oposición republicana en el Congreso aprobó una ley de seguridad, que Obama ha amenazado con vetar y en la que se incluyen enmiendas para limitar la capacidad del presidente a la hora de transferir a los presos de Guantánamo.