Nilüfer Demir, la fotógrafa turca que captó la terrible imagen del bebé ahogado en una playa de Bodrum, se ha convertido a su pesar en una pequeña celebridad. La fotografía ha dado la vuelta al mundo, y aunque son muchos los medios, tanto de Turquía como del resto del mundo, que la buscan para entrevistarla sobre el momento en el que se tomó la imagen, el acceso a ella está siendo limitada por la agencia de noticias Dogan, para la que trabaja, publica abc.es.
«Cuando vi a Aylan Kurdi se me heló la sangre», relata Demir en la página de la agencia. «Para entonces ya no había nada que hacer. Allí había un cadáver con la camiseta roja levantada y pantalón azul marino. No había nada que yo pudiese hacer por él. Podía darme cuenta por la ausencia de gritos. Lo único que podía hacer era apretar el botón del obturador, e hice la foto en ese momento», ha explicado.
Demir documentaba así el hallazgo de los cadáveres de 12 refugiados sirios, ahogados al intentar llegar en patera a la isla griega de Kos, entre ellos siete niños. Aylan Kurdi, de dos años de edad, ni siquiera era el más joven: los pequeños Abdullah y Zeinab Jafer tenían año y medio. El hermano mayor de Aylan, Galip, acababa de cumplir tres. Los otros tres menores fallecidos tenían 7 y 11 años.
No sin emoción, Nilüfer Demir continúa describiendo la situación: «A unos cien metros yacía su hermano Galip. Él también tenía la camisa levantada. Pero para Galip y a Tahara, no había ninguna razón, ni chaleco salvavidas, ni guardias, por la que tuviesen que seguir en el agua. Eso reveló el dramatismo del momento. Pero lo único que podía hacer era hacer la foto, y eso hice».
Preguntada por lo que sintió en ese momento, responde: «Antes de apretar el botón, sentí un gran dolor y tristeza. Después, que teníamos que mostrar su drama. Mi trabajo es sacar buenas fotos y hacerlo lo mejor que pueda». Ante la indignación internacional causada por su fotografía, que ha sacudido las conciencias de todo el planeta, afirma: «Hemos tenido éxito».
«He estado trabajando con la agencia de noticias Dogan desde 2003, y en ese tiempo he fotografiado numerosos incidentes con inmigrantes. He sido testigo de su drama, incluso hasta la muerte. He fotografiado los cadáveres que llegan a la playa, donde los encontramos. Están viviendo esto desde hace mucho tiempo. Espero que algo cambie después de lo de hoy», asegura.
Su compañero, el cameraman Osman Uras, fue quien filmó las dramáticas imágenes vistas en las pantallas de todo el mundo: el diminuto cuerpo mecido por la ola sobre la playa, y un agente de la Gendarmería retirando ese cadáver y el de los demás niños. «El distrito de Bodrum, en la provincia de Mugla, ha estado siendo escenario de flujos migratorios desde hace quince años, pero en los últimos tres meses se han incrementado enormemente. Cientos e incluso miles de inmigrantes han estado llegando a Bodrum. La isla griega de Kos está a apenas cuatro millas de aquí», explica Uras.
«Hemos estado viendo estas tragedias desde hace tiempo, que a veces han estado muy cerca de la muerte. Es un drama que se repite de vez en cuando», dice este experimentado profesional, que lleva años documentando este asunto. «Los botes de goma que les proporcionan los traficantes pueden romperse. Hace dos días, seis de un total de ocho barcas que salieron de esta playa se rompieron. Comenzaron a hundirse a una milla de la orilla, y los guardacostas rescataron a cincuenta personas», comenta.
«A veces, los barcos de madera empiezan a hundirse antes de hacer la mitad de la travesía. Se están produciendo grandes catástrofes, y parece que seguirán ocurriendo», afirma Uras. «Esto es ahora un problema internacional, porque Mugla se ha convertido en un punto de tránsito hacia Europa para los refugiados», sentencia.