William Anseume: País del parásito en vías de exterminio

William Anseume: País del parásito en vías de exterminio

thumbnailWilliamAnseumeEl diseño de país de Chávez, completado muy bien en ese sentido por Maduro, es el del país parásito, incrustado en el país productivo. Como esas plantas  que viven de otras y luchan ambas por una sobrevivencia que puede terminar y algunas veces termina en el acabamiento de las dos, o el animalejo viscoso que necesita del otro para su sobrevivencia y chupa lo que el otro genera para garantizar su existencia en alguna parte de algún intestino.

Así fue construyéndose este proyecto del Socialismo Siglo XIX, sobre la base del parasitismo, pero olvidó una parte sustancial (a propósito del “robo” de las sustancias del “huésped”) que alberga el concepto, según el diccionario, al final, veamos: “Utilizar como alimento a otro ser vivo sin llegar a matarlo”. Entendemos, los parásitos son unos aprovechados, sí, como los zánganos de las abejitas reinas, pero ese “sin llegar a matarlo” implica que si no deja vivo al sustancioso, al que brinda el “hospedaje” muere el parásito también.

Sobre esa imagen biológica se “destruyó” casi un país. Recordamos, recordemos, uno de los verbos marca de este gobierno; cuando veía algo productivo cercano, algo agradable así fuera sólo a la vista: “¡Exprópiese!” vociferaba en cadena nacional de radio y televisión, porque no ha podido encadenar de este modo, de otros muchos sí, a los periódicos, el mítico, para ellos, comandante que habita Monte Piedad o algún otro monte barinés o cubano o algún altar de baja ralea de algún santero desquiciado. Y ese “¡Exprópiese!” es la raíz y fundamento del aprovechamiento del otro para la subsistencia, del robo, como le dijo María Corina Machado, del produzca usted que yo le quito, mantenido hasta hoy que no sólo es nutriente para la subsistencia de zánganos sino fundamento de la hasta ahora irrefrenable, porque no se quiere, delincuencia y mortandad desatada sin sensibilidad detenedora.





Y así con todo, “ser rico es malo” es una propuesta de expropiación de la sustancia construida, labrada por otros; no la generosa entrega, religiosa, de quien mucho tiene y da al que carece un mendrugo. La entrega absoluta. Ser rico es malo para ti, pero bueno para mí que lo disfruto, como dicen de la hija del zángano mayor. Instituciones paralelas y desecantes, las milicias bolivarianas, por ejemplo, ¿qué es eso sino el zanganismo de las Fuerzas Armadas? Aquellos cómicos viejos enclenques con trajes arrugados que parecen prestados por alguien de mayor volumen corporal, como la vestimenta de alguien que estuvo entero y se encogió de pronto, definitivamente, y no tiene para comprarse otro reducido a su encogimiento. ¿Qué es la red mercal? La simbiosis improductiva y acabadora entre los mercados y la distribución alimentaria en abastos y supermercados con una red sanguijuélica del gobierno. Universidades paralelas para destruir las otras, vehículos chinos para acabar y subsumir a la Ford o la Chévrolet, haciendas arrasadas, comercios de todo tipo y fábricas de azúcar, dígase usted, desaparecidas en marcas inencontrables ya hoy, y de café, arroz…

Vuelvo al final del concepto. Aunque el interés era “matar” grandes haciendas, grandes empresas, grandes universidades, grandes emporios comunicacionales, la Polar,  todo lo grande productivo, con el objeto de convertir al Estado en el único empleador y subyugarnos así a todos sin posibilidad de reacción alguna, después de haber quedado desnutridos de la savia rebelde que posibilitara alguna acción contraria, se olvidó que el final es “sin llegar a matarlo”. Y no lo mataron a ese otro ser vivo que ha estado alimentado por años el zanganismo. Sigue vivo. Alterado en sus nutrientes, pero vivo y con un plan trazado de reconstrucción vital que permita pensar en un país productivo entre todos para todos y no de unos para otros.

Extirpar cuanto antes el parásito estorboso es lo que toca, para una sobrevivencia efectiva y para volver a ser un país de producción, nutricio, y no este del “dame acá chinito que se me acabó la comida que repartía para ganarme algunos voticos de zángano que soy”.

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