La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, afirmó hoy que el Gobierno recortó todos los gastos que podía en el presupuesto para 2016 que envió a consideración del Congreso y que necesitará “nuevas fuentes de ingresos” para impedir el ya admitido déficit en las cuentas públicas el próximo año. EFE
“Cortamos todo lo que habíamos podido haber cortado en el Presupuesto. Tan solo no cortamos los (recursos destinados a los) programas sociales”, aseguró la mandataria en entrevista que concedió a un grupo de radios del estado de Paraíba (noreste).
La gobernante agregó que, además de los programas de combate a la pobreza y los de los sectores de educación y salud, de los recortes de gastos también fueron excluidas las inversiones previstas en la construcción de carreteras, ferrocarriles, puertos y aeropuertos.
“No podemos cortar esos gastos para evitar un retroceso”, dijo.
Pese al esfuerzo de reducción de gastos alegado por la jefe de Estado, el Gobierno le entregó el lunes al Congreso un proyecto de presupuesto nacional para 2016 que prevé un déficit fiscal de 30.500 millones de reales (unos 8.472 millones de dólares), el equivalente al 0,5 % del Producto Interno Bruto (PIB).
Fue la primera vez en la historia que el Gobierno admitió que no podrá recaudar el dinero necesario para financiar el gasto público, lo cual revela la dimensión de las actuales dificultades de Brasil, que entró en recesión y cuya economía se contraerá hasta un 2,2 % este año, según las últimas proyecciones de los analistas.
“Pese a que estamos pasando por dificultades, tenemos que garantizar que la renta de los trabajadores siga mejorando y más inclusión social. Para eso algunos gastos son esenciales y no podemos cortarlos”, aseguró.
Rousseff admitió que son necesarios otros esfuerzos para evitar ese déficit previsto en 2016 y, sin mencionar específicamente un posible aumento de impuestos, aseguró que el Ejecutivo y el Legislativo pueden “perfectamente” discutir los ingresos que son necesarios para equilibrar el presupuesto.
“Aún tenemos unos meses para hacer ese ajuste porque el presupuesto es para el próximo año”, aseguró.
La jefe de Estado aclaró que decidió enviar un proyecto de presupuesto que prevé un déficit para “dejar claro” que el Gobierno prefiere discutir alternativas y “nuevas fuentes de ingresos” con la sociedad.
“Optamos por un camino de transparencia y verdad. Optamos por enviar un presupuesto con déficit porque queríamos dejar claro que preferimos construir eso junto con la sociedad para lidiar con el hecho de que sufrimos una caída de los ingresos. Vamos a debatir con el Congreso cómo resolver ese problema”, dijo.
Igualmente dio a entender que el Gobierno negociará con el Congreso un presupuesto que garantice la meta con la que venía trabajando el Ejecutivo de terminar 2016 con un superávit primario fiscal equivalente al 0,5 % del PIB.
Algunos ministros llegaron a defender la semana pasada la reimplantación del impuesto que tasaba todos los movimientos financieros, conocido como impuesto sobre el cheque y que el Congreso suprimió hace casi una década, pero descartó la idea ante la pésima repercusión de la iniciativa entre los empresarios.