Este gobierno bolivariano habla de amor y genera odio entre las clases sociales, habla de diálogo y reprime a sus interlocutores, hablan de elecciones libres y justas y persiguen e inhabilita a los opositores, hablan de una revolución pacífica pero a su vez es armada, sostienen que el Consejo Nacional Electoral el mejor y más transparente del mundo y niegan a la Observación Internacional, Nicolas habla de defender al pueblo hermano de colombia y deporta a los colombianos y los acusa de los males que él mismo ha creado en el país y genera conflictos con el gobierno de Santos, busca desesperadamente un acuerdo con los Estados Unidos y los llaman imperialistas e injerencista, en fin, no permiten la visita de ninguna comisión de un organismo internacional pero invitan al UNASUR a mediar en un diálogo con la oposición y ahora, a una Comisión de la Verdad Suramericana.
Como si todas estas contradicciones fueran poco, Nicolás Maduro es nada menos ni nada más junto con Chile el acompañante en las negociaciones de Paz de Colombia con la guerrilla de la FARC, resultando ahora que el flamante Presidente venezolano se le “olvidó” su papel en el conflicto interno colombiano y decidió conflictuarse con una de las partes que precisamente él acompaña para la Paz en Colombia como es el gobierno colombiano, en donde curiosamente la FARC, termina apoyando a Maduro en contra de su contraparte en las negociaciones de Paz. Esta es la mescolanza de las izquierdas bolivarianas del continente.
A fin de cuentas, la UNASUR y la OEA dedicarán sendas reuniones para discutir el tema y se convertirá para ambas partes en una catarsis sicológica post-traumática del conflicto que tendrá como principal beneficio posiblemente de bajar los decibeles, pero no obstante, no se llegará a nada pues definitivamente este es un conflicto bilateral que solo se resolverá por la vía diplomática, porque esta es una problemática que no tiene solución si no hay voluntad política de resolverla y la parte venezolana no la tienen, por ahora, por una parte, con ella pretende distraer al pueblo de la crisis económica, el desabastecimiento, la inseguridad y los problemas del día a día de los venezolanos para las venideras elecciones legislativas, por la otra, porque las consecuencias serian peor para el gobierno, pues tocaría intereses que son precisamente la base del sostén del débil gobierno bolivariano.