Se puede apreciar en distintos lugares donde la existencia de colas para comprar productos de primera necesidad es frecuente, dígase (casi) a diario, una cantidad anormal de basura, así como el daño del ornato del establecimiento y sus alrededores, junto con los negocios cercanos, quienes sufren los efectos colaterales de comportamientos incontrolables, publica Correo del Caroní.
En otras ocasiones se puede presenciar gente pernoctando sobre cartones y colchonetas improvisadas cerca del local donde efectuarán la compra, algunos hasta se preparan y cuelgan hamacas entre los árboles para pasar la noche con mayor comodidad. Luego de la compra, se puede ver a gente que duerme junto con sus adquisiciones y pertenencias.
Los niños pequeños y hasta bebés en sus coches no se salvan de las condiciones a las que son sometidos junto con su familia, como lo son el calor inclemente y la lluvia, que los adultos presentes intentan combatir con cartones de gran tamaño forrados en plásticos de bolsa negra.
En la Plaza del Hierro, frente al Abasto Bicentenario del Centro Comercial Zulia, ubicado en Alta Vista, Puerto Ordaz, hay ocasiones en las que se pueden contar hasta casi cien personas que comen, duermen, descansan, hablan y conviven en el área con el objetivo de pasar la noche en el lugar o esperar a sus acompañantes quienes se encuentran haciendo cola.
Estado de necesidad
“Yo tengo tres noches durmiendo en la plaza, lo cual es un peligro, pero, ¿quién nos va a garantizar sino nosotros que vamos a poder comprar al día siguiente en el Bicentenario?”, espetó Malvis Muñoz, una de las usuarias del comercio estatal.
“Nosotros estamos luchando todos los días contra el desabastecimiento. Esto siempre es un bochinche (el hecho de hacer la cola para poder comprar en el supermercado). Necesitamos paz y orden, aquí es necesario un punto de control con guardias nacionales, para que ellos aseguren que si la cola comienza desde las 5:00 de la mañana, uno al llegar a esa hora no se encuentre ya con una cola de cien personas por delante”, comentaron Carolina Terán y Yobana Márquez, quienes aseguraron tenían al menos una noche pernoctando en la mencionada plaza.
Las mujeres explicaron que si se llega el mismo día en la madrugada al local es seguro que no podrá comprar algo ese día, ya que hay personas formadas desde la noche anterior y hacen listas para organizarse. “Atienden a 900 personas cada día, pero en realidad solo dejan pasar a 150. Las mujeres que no logran comprar nada muchas veces salen llorando de la impotencia”, comentaron.
Los negocios
Alberto García, dueño de la Panadería Santa María del paseo Caroní, en Puerto Ordaz, cuenta cómo la presencia de “bachaqueros” y demás personas que hacen cola en Delicateses La Fuente -expendio de víveres estatizado en 2010 y que se encuentra justo al lado- ha afectado el normal desarrollo de su negocio.
“Cuando hay bachaqueros cerca usan la parte frontal del negocio para dormir o sentarse, además de que orinan o botan los pañales sucios. Si se quedan desde la noche anterior para comprar, duermen en el negocio, y la cuestión empeora si llega a llover”, narró García.
El empresario explicó que su clientela ha reducido a raíz de esto, ya que mucha gente se abstiene de ir al comercio por miedo a los bachaqueros. “También ha ocurrido que defecan y orinan entre los carros estacionados frente a la panadería, que normalmente son de los clientes”, relató.
Decididos a pernoctar
“El Bicentenario es el único que tenemos la seguridad que nos va a proveer los productos a precios justos. Yo soy madre y hago el sacrificio de estar aquí. En mi casa en este momento no hay nada, y como hoy no pude comprar, me toca salir a conseguir comida cara con los bachaqueros”, explicó Muñoz.
Márquez declaró que los efectivos de la Guardia Nacional no dejan tomar fotos ni grabar videos, y narró un episodio en el que una mujer, quien con el celular en la mano trataba de conseguir señal, hizo que un efectivo confundiera la acción con un intento de tomar fotos o grabar videos; acto seguido, el castrense procedió a arrebatarle el aparato y exigir que borrara “lo que había hecho”, la fémina, confundida, le dice que no tiene nada, y el segundo se aleja sin antes proferirle una amenaza de que para la próxima le rompería el aparato.
“La gente está decidida a quedarse a dormir en la plaza, ya que si no lo hacen no tienen puesto. Hay veces que las personas están en cola desde las 4:00 de la mañana hasta las 7:00 de la noche y aun así no logran comprar nada. Los viejos y discapacitados también pasan todo el día haciendo cola. Debido a la necesidad que se ve, hay personas que se aprovechan y venden el lugar en la fila o los números que les otorgan”, expuso Alexandra González, quien se encontraba en la Plaza del Hierro la mañana de este domingo, luego de haber pernoctado en el espacio público. Mañana será otro día.