Ver a periodistas arremolinados tratando de compartir información no debería ser una imagen que extrañe. Se sucede en todas partes del mundo y volvió a ocurrir el jueves en Caracas, en distintas plazas, allá donde se podía cocinar algo en relación al juicio de Leopoldo López. El agravante es que en Venezuela esta escena se produce porque no queda otro remedio si uno quiere enterarse de qué está pasando. La prensa tuvo prohibido el acceso a la vista, como ha ocurrido en las cerca de 70 sesiones del juicio; es cierto que algunos periodistas han conseguido acceder, pero nunca por un cauce normal, siempre recurriendo a una inevitable artimaña, publica El País de España.
Esta red social se ha convertido en el medio de información más fiable de Venezuela, con los riesgos que acarrea. Durante los incidentes que precedieron la vista final del juicio el ‘ruido’ que se formó en la red resultaba agotador. A través de Twitter se conoció y propagó el fallecimiento de un simpatizante de Voluntad Popular. Pero si uno desde fuera se limitaba a ver los comentarios y las imágenes daba la impresión de que el ambiente, aunque muy tenso e insoportable, era de guerra civil. Lejos se estaba de ello.
Quien no tenga acceso a Internet, en definitiva, quizás no se haya enterado aún que a uno de los principales líderes de la oposición de su país lo han condenado a 13 años y 9 meses de prisión. Ni la radio ni la televisión han contado aún lo ocurrido. Apenas un titular de VTV, la cadena estatal, hacía referencia al juicio, el del “comité de víctimas de la guarimba y golpe continuado” que pedía pena máxima para Leopoldo López. Los venezolanos sí pudieron ser conscientes de que el presidente, Nicolás Maduro, una hora antes de que saliera la sentencia entregaba una serie de viviendas en una localidad del país mientras un grupo de personas le cantaba: “Yo solo nombro los logros de nuestra revolución”.