El papa Francisco proclamó hoy al primer santo hispano de Estados Unidos, Junípero Serra, en una ceremonia multitudinaria en Washington donde afirmó que el franciscano español buscó defender la dignidad de los indígenas que evangelizó.
EFE
“Buscó defender la dignidad de la comunidad nativa, protegiéndola de cuantos la habían abusado”, dijo el papa a propósito del nuevo santo, uno de los “padres de la patria” de Estados Unidos y único personaje español del National Statuary Hall del Capitolio de Washington.
El papa se refirió a la controversia que ya causó en 1988 la beatificación de Serra, ya que en las misiones que fundó convirtió a miles de indios, algunos de cuyos descendientes le acusan de crueldad.
Se trató de “abusos que hoy nos siguen provocando desagrado, especialmente por el dolor que causan en la vida de tantos”, dijo sobre la cuestión el papa, que llegó el martes a Estados Unidos procedente de Cuba dentro de su décimo viaje internacional.
“Tuvo un lema que inspiró sus pasos y plasmó su vida: supo decir, pero especialmente supo vivir diciendo: ‘siempre adelante'”. Esta fue la forma que Junípero encontró para vivir la alegría del Evangelio, para que no se le anestesiara el corazón”, agregó Francisco.
“Supo dejar su tierra, sus costumbres, se animó a abrir caminos, supo salir al encuentro de tantos aprendiendo a respetar sus costumbres y peculiaridades”, según explicó el papa en su homilía en español.
“Somos hijos de la audacia misionera de tantos que prefirieron no encerrarse ‘en las estructuras que nos dan una falsa contención… en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta”, dijo citando la exhortación apostólica papal Evangelii Gaudium.
La ceremonia de canonización se celebró en el exterior del Santuario nacional de la Inmaculada Concepción y a ella asistieron unas 25.000 personas, muchas de ellas hispanos.
Serra sube a los altares por el impulso de Francisco, quien lo ha proclamado sin que se haya confirmado un segundo milagro del santo, necesario para poder ser elevado a los altares.
Sobre ello, Francisco explicó el pasado enero que decidió elevar a los altares a Junípero Serra y a otros beatos por lo que se llama una canonización equivalente, es decir sin la necesidad de aprobar un milagro y debido a la probada veneración popular.
“He decidido canonizar a aquellos que hicieron una gran labor de evangelización y que recogen el espíritu evangelizador de la ‘Evangelii Gaudium’ (su exhortación apostólica “La alegría del evangelio”), explicó Francisco en su viaje desde Sri Lanka a Filipinas.
El nuevo santo nació en la localidad de Petra, al oeste de Mallorca, el 24 de noviembre de 1713 y falleció en Monterrey, en el estado de California (EE.UU.), el 28 de agosto de 1784.
En 1749 zarpó de Cádiz hacia “Nueva España”, como misionero franciscano en una larga travesía que le llevó, primero a San Juan de Puerto Rico y finalmente a Veracruz, México.
En México se unió al colegio de misioneros franciscanos de San Fernando y en 1767 fue nombrado superior de las misiones de Baja California.
Dos años después llegó a lo que hoy es territorio estadounidense para continuar con su labor evangelizadora.
Allí, en la alta California, fundó 21 misiones, entre ellas las de San Diego de Alcalá, San Carlos Borromeo de Carmelo, San Gabriel Arcángel, San Luis Obispo de Tolosa, San Francisco de Asís y San Juan de Capistrano, que con el tiempo se convertirían en las ciudades de San Diego, Los Ángeles, San Francisco y Sacramento.
La mayoría de estas misiones son, en la actualidad, Patrimonio Mundial de la Unesco y forman parte de una red viaria que recorre Estados Unidos y México.
Fray Junípero Serra falleció en la misión del Carmel de Monterrey en 1784, donde se conservan sus restos; un relicario con un fragmento de un hueso del santo quedó expuesto en el altar desde el cual el papa presidió la canonización.
El acto fue el último público del papa en la jornada, que comenzó con el recibimiento oficial que le hizo en la Casa Blanca el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.