Uber ha ganado una importante batalla en Estados Unidos. Después de meses de discusiones, el alcalde del condado de Miami-Dade, Carlos Giménez, ha anunciado este lunes que antes de que acabe el año legalizará este tipo de empresas que ofrece transporte por parte de particulares a través de aplicaciones móviles, según información de ABC.
Giménez se ha rendido ante la popularidad de un servicio en auge que, a pesar de que ahora no está autorizado y de las numerosas sanciones impuestas, no ha dejado de crecer desde el pasado año en este condado, que incluye la ciudad de Miami y su área metropolitana y que cuenta con cerca de 2,7 millones de habitantes. La demanda de este tipo de empresas “es demasiado grande”, ha admitido Giménez, quien rechaza volver “a meter ese genio en la botella”. “No voy a devolver a Uber y Lyft al siglo XX”, aseguró.
Por el contrario, pretende que sean los taxistas, los mayores perjudicados por el avance de estas compañías, quienes se adapten a los tiempos y avancen “hacia el siglo XXI”. En este sentido, anunció que “una parte sustancial” del sector será “desregulado”.
Giménez no quiere que Miami-Dade se quede atrás frente a condados vecinos, como los de Broward y Palm Beach, que están tomando medidas en la misma dirección. «Vamos a mirar al resto del país y ver cómo han cambiado sus regulaciones», ha indicado.
En el particular sistema administrativo estadounidense, la guerra en torno a la implantación de empresas como Uber y Lyft no se dirime a nivel federal ni estatal, sino local, y hasta ahora está deparando resultados diversos, pero con importantes triunfos para estas compañías emergentes. El país que abandera la libertad de empresa se debate entre poner freno a una actividad que puede acabar con el negocio de miles de taxistas o plegarse a un crecimiento que parece imparable gracias a la generalización del uso de los smartphones y el favor que ha encontrado entre los usuarios.
En Nueva York, el alcalde y Uber mantienen una áspera disputa después de que Bill de Blasio quisiera poner coto a la meteórica expansión de los vehículos al servicio de Uber, que está poniendo en serios aprietos a los clásicos taxis amarillos. De hecho, el precio de las licencias de taxi han caído en picado y muchos conductores se están pasando al nuevo negocio en boga. Sin embargo, Uber ha doblado el pulso a De Blasio, al menos por ahora, ya que ha conseguido que deje aparcada su propuesta durante cuatro meses, si bien la guerra aún no ha terminado.
Esta empresa con sede en California ha conseguido una victoria importante en otra de las grandes metrópolis de Estados Unidos, Chicago, donde han obtenido licencia para operar después de aceptar reforzar sus medidas de seguridad.
Más al norte, la ciudad más populosa de Canadá, Toronto, se encuentra estudiando reconocer a las empresas del tipo de Uber como una categoría de transporte público distinta de la de los taxis.
En cambio, al otro lado del Atlántico, en distintos países europeos se están produciendo decisiones más restrictivas. En el caso de España, Uber tuvo que cerrar su aplicación después de que un juez ordenase en diciembre del pasado año, a instancias de la Asociación Madrileña del Taxi, que cesase en su actividad. También en Francia, donde se produjeron violentas protestas de los taxistas y donde dejó de operar, ha sufrido un importante revés, ya que el Tribunal Constitucional ha amparado recientemente una legislación que impide su actividad.