Venezuela sufre el rigor del accionar de una clase política carente de escrúpulos y además, sin el mínimo pudor que llamaría a evitar someterse a la vergüenza de presentarse ante el mundo como una democracia cuando en realidad protagoniza la más oscura de las dictaduras que se haya implantado en el país.
Sin miedo al ridículo Maduro habla ante las Naciones Unidas como si el modelo económico venezolano fuese digno de ser mostrado. Olvida el ocupante de la presidencia que Venezuela atraviesa una crisis económica sin precedentes en su historia republicana. Que la gente no quiere bolívares. Que la lógica le indica al pueblo que lo primero que tiene que hacer con nuestra moneda es gastarla antes de que se le desintegre en las manos.
Sin miedo al ridículo el chavismo exhibe una ausencia casi absoluta del conocimiento que se necesita para reflotar una economía que hace rato zozobró. Hay que ser verdaderamente ignorante para no darse cuenta que la inacción en materia económica ha tenido más costo en términos electorales que las medidas que se debieron haber tomado hace ya dos años. Estarían estos desconocedores de la política recogiendo los frutos de una economía que no estaría sometida a los embates de la inflación descontrolada y la escasez.
Sin miedo al ridículo Maduro ordena cerrar la frontera con Colombia. En su inmensa ignorancia quiso hacer creer a los venezolanos que el dólar desbocado, la escasez de todo tipo de productos y la inflación eran culpa de los colombianos. A más de un mes del grotesco cierre de la frontera con el hermano país, el dólar pasó los ochocientos, las colas para productos básicos siguen creciendo, el bachaqueo continua invicto y el bolívar con tendencia a lo microscópico.
Sin miedo al ridículo, el ejecutivo nacional permite que el BCV no publique las cifras que permitan estimar la salud de la economía. Creen estos insensatos que el venezolano no se da cuenta que cada vez que va al mercado el dinero le rinde menos. Piensan que escondiendo las cifras, las calificadoras de riesgo no tienen material para auscultar la trágica situación que atraviesa las finanzas públicas.
Sin miedo al ridículo el ministro que finge manejar las finanzas del país se reúne con los acreedores internacionales para decirles que para ellos si hay dólares. Que no importa que el sector privado venezolano quiebre, que el pueblo no tenga comida y medicinas, que él garantiza que el billete verde será debidamente ahorrado para honrar los compromisos de la deuda pública aún a costa del hambre del soberano.
Sin miedo al ridículo el gobierno nacional tiene un ministro de relaciones interiores que balbucea incoherencias. Que pone en las redes sociales que se incautaron 1.550 kilos de explosivos cuando en realidad fueron 1,55 kilos. No nos dice este incompetente general de dónde procedía el material y a quién estaba destinado. Este es el mismo ministro que no ha podido explicar coherentemente los ataques con granadas a sedes policiales y mucho menos el incremento alarmante de la delincuencia en el país. Si Venezuela tiene aunque sea otro general como este, recomiendo que los ministerios correspondientes intervengan las academias militares para impedir que se sigan graduando este tipo de engendros.
Sin miedo al ridículo dicen que el “mejor sistema electoral del mundo” no necesita de observación internacional. Ni siquiera les pasa por la cabeza que pierden la oportunidad de hacer que se ratifique esa opinión mundialmente en caso de que resultara verdad. No se dan cuenta que la negativa lo que hace es arrojar dudas sobre la idoneidad de un CNE presidido por miembros del partido de gobierno.
Sin miedo al ridículo esta clase política dilapidó la riqueza más grande que recuerde la historia de nuestro país. Sin miedo al ridículo dejaron a los políticos del pasado como niños de pecho en cuanto a desparpajo y corrupción. Las colitas de PDVSA y los robos al tesoro público del pasado son insignificantes comparados con el saqueo de nuestras riquezas y el uso de los bienes públicos para complacer los exigentes gustos de los nuevos ricos chavistas.
Solo espero que no le tengan miedo al ridículo cuando les toque reconocer el 6D que los venezolanos se cansaron de ellos y quieren darle paso a una nueva forma de hacer las cosas.