Carlos Tablante: Papa Francisco: La brújula es la solidaridad

Carlos Tablante: Papa Francisco: La brújula es la solidaridad

thumbnailcarlostablanteLa reciente visita del Papa Francisco a Cuba y Estados Unidos, para algunos ha sido objeto de un dilema ¿Fue una gira religiosa o política? La repuesta está en su propia definición: un político es “aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espíritu abierto y pragmático. Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios”.

Sin duda, el pontífice demostró nuevamente que está empeñado en generar procesos. Sin abandonar su rol religioso, como jefe máximo de la iglesia católica, Francisco oró, pero también exigió acciones y planteó salidas a problemas muy sentidos, como la situación de los inmigrantes en Estados Unidos, solicitó la abolición mundial de la pena de muerte y se pronunció contra todos los fundamentalismos, aunque exhortó a ser cuidadosos al combatirlos, reivindicó la cultura de la paz, exhortó a los políticos a tener una aproximación integral para combatir la pobreza, devolver la dignidad a los excluidos y cuidar la naturaleza.

La gira papal estuvo colmada de mensajes contundentes. Los que critican el aporte político – de buena política – del Papa Francisco, tienen que analizar su contribución a la caída de los muros que frenan el desenvolvimiento democrático y libre de nuestras sociedades.  Es innegable su aporte al restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos y al mismo tiempo su crítica a las terribles desigualdades que aun prevalecen en el mundo.  Las distorsiones perversas de un capitalismo de casino que juega con el dinero de todos los pueblos en beneficio de unos pocos que gustan de privatizar lo que es de todos pero cuando sufren pérdidas en sus negocios particulares, tratan de socializarlas para que sean asumidas y pagadas por los contribuyentes. O el caso de la corrupción, cuyas víctimas son las mayorías empobrecidas y excluidas del bienestar, el progreso y la paz.





El discurso de Francisco fue mas allá de lo político y tocó las fibras humanas de muchos. La renuncia del senador republicano John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes de EEUU y uno de los más influyentes conservadores, demuestra sensibilidad y deseo de rectificar, en un momento cuando se ciernen amenazas de una mayor radicalización de las políticas de austeridad y de recortes en la inversión social, en especial en contra de los más pobres y de los inmigrantes.

El Papa Francisco es un Papa de estos tiempos complejos, convulsos, donde la codicia y el egoísmo han atacado sin piedad las bases morales y éticas de la sociedad.  Cuando inició su discurso ante el Congreso, destacó el ejemplo de cuatro grandes estadounidenses:  Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton, por ser hombres y mujeres que “apostaron, con trabajo, abnegación y hasta con su propia sangre, por forjar un futuro mejor”.

Desde las Naciones Unidas, el Papa, colocando el acento sobre los graves delitos de la delincuencia organizada transnacional, el terrorismo y la desigualdad social, envió un mensaje a todos los gobernantes del mundo para que muestren una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y la delincuencia organizada transnacional. “Debemos cuidar que nuestras instituciones sean realmente efectivas en la lucha contra todos estos flagelos”, aconsejó.

Predicando con el ejemplo, el Papa Francisco está resuelto a ubicar a todos los responsables de delitos de pederastia dentro de la iglesia católica, para que cada uno de ellos rinda cuentas.

Al ser el primer Papa latinoamericano, no podemos dejar a un lado el valor de la identidad y el sentido de pertenencia, al reconocer que la persona que lidera la religión católica tuvo el acierto de llegar a quienes profesan otras creencias y lo logró con una convincente posición social y política frente a los problemas que afectan a todos los países del mundo.

En su primera audiencia general después del histórico viaje a Cuba y Estados Unidos, el Papa pidió por la isla caribeña: “He podido compartir con el pueblo cubano la esperanza de cumplirse la profecía de San Juan Pablo II, que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba. No más cierres, no más explotación de la pobreza, sino libertad en la dignidad”.

Como hemos dicho en otras oportunidades, coincidimos con el mensaje de Francisco. No se trata del fin de la historia o de la vigencia de ideologías rígidas, se trata más bien de tener una visión pragmática pero a la vez humanista que proporcione respuestas a las graves dificultades que tenemos por delante. Es la búsqueda de respuestas a preguntas que hoy tienen más vigencia que nunca: la injusticia, la pobreza, la desigualdad.  Cómo lograr un equilibrio entre los intereses colectivos de la Humanidad y los intereses individuales, cómo realizar plenamente los derechos económicos , sociales, culturales y ambientales (DESCA).  Cómo lograr economías competitivas que promuevan el emprendimiento y la innovación en función del bien común y no solo del capital y la acumulación de dinero. Que el dinero sea un medio y no el fin.

Hoy, cuando la política se asemeja a un viaje sin brújula, más allá de los ismos del capitalismo o el socialismo, la palabra que mejor define a una ideología humanista y de compromiso con el bien común es la solidaridad, como bien afirma el Papa Francisco.