El béisbol es casi religión en Venezuela y quizá por ello goza de protección oficial, pero aún así no escapa a la crisis económica y restricciones que complican la contratación de jugadores de las Grandes Ligas, muchos formados en este país.
De lejos el deporte nacional, “la pelota” iniciará el miércoles su temporada 2015-2016, con unos clubes optimistas de sortear los problemas que generan el control de cambio y el acceso limitado a las divisas, así como la escasez de productos básicos y la inseguridad, según directivos consultados por la AFP.
“Para nadie es un secreto que el país tiene problemas económicos, pero los equipos nos hemos acostumbrado con los años a conseguir soluciones”, afirma Roberto Ferrari, presidente de la junta administradora de Navegantes de Magallanes.
Y añade que “sin los jugadores importados la calidad del espectáculo no sería la misma”.
– Escollos cambiarios –
En Venezuela rige un control de cambio desde 2003 en el que el monopolio del gobierno sobre las divisas ha derivado en una sequía de dólares en la economía, agravada por el desplome de los precios del petróleo.
Esto representa el principal escollo para una industria altamente dependiente de peloteros e insumos deportivos importados para organizar una competencia de calidad, como admiten dueños de equipos.
Algunos de ellos encaran la dificultad de contratar a venezolanos que juegan en Estados Unidos y que, dado el contexto de profunda devaluación de la monedad local, aspiran a que les paguen en dólares en el campeonato invernal del país caribeño, lo que está prohibido por ley.
“La realidad económica del país ha influido en los jugadores nativos” en cuanto a sus exigencias para jugar en Venezuela, subraya el presidente de Leones del Caracas, Luis Ávila.
Carlos Oropeza, gerente de los Cardenales de Lara, comentó que “sí hubo cierta preocupación” por el tema de los salarios en dólares, pero se les explicó que “no se puede hacer y la gran mayoría ha entendido”.
A esto se suma que algunos equipos de las Grandes Ligas de Estados Unidos se resisten a ceder a sus jugadores, aduciendo sobrecarga de trabajo.
Las figuras de la gran carpa suelen incorporarse en la fase final de la temporada, que se extenderá hasta enero de 2016 con la participación de ocho novenas, por lo que las negociaciones siguen abiertas.
Con el control de cambio, los clubes de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP) están obligados a recurrir al gobierno para conseguir los dólares que financian el torneo.
“Afortunadamente el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha entendido que la Liga es importante para el país y ha prestado una colaboración muy importante”, dando “una cantidad suficiente de dólares”, asegura Oscar Prieto, presidente de la LVBP.
Aunque el monto del apoyo se mantiene en reserva, allegados al mundo del béisbol lo estiman en 12 millones de dólares para todo el campeonato. Una desviación de los recursos a rubros no aprobados por el gobierno -como el pago de sueldos- sería castigada con cárcel.
Esto hace que la pelota caliente sea percibida como una mimada frente a otras industrias que para importar insumos, por ejemplo, deben acudir al mercado paralelo, donde el dólar ronda los 820 bolívares, 130 veces más caro que la menor tasa oficial.
La inflación, que según cálculos privados alcanza los tres dígitos, también obligó a los clubes a hacer importantes reajustes salariales, según Oropeza.
– La válvula de escape –
Mientras, el desabastecimiento podría impactar la venta de alimentos, bebidas y productos deportivos en los estadios.
No obstante, los equipos se felicitan porque la venta de abonos y entradas creció pese al alza de los precios de entre 100 y 120% respecto a 2014.
“La situación en el estadio no escapa a la del país”, sostuvo Ávila.
En tanto, por primera vez en varias décadas se adelantó en media hora el inicio de los juegos nocturnos en Caracas para que el público y jugadores puedan regresar más fácilmente a casa y evitar posibles asaltos.
En noviembre de 2011, el ‘grandesliga’ Wilson Ramos fue secuestrado y rescatado dos días después en Valencia (centro).
Venezuela es considerado el segundo país más violento -después de Honduras- con una tasa de 53,7 homicidios por cada 100.000 habitantes, según un informe de la ONU con cifras de 2012.
Pese a los obstáculos, dirigentes como Oropeza consideran el béisbol como una “válvula de escape” y garantizan un espectáculo de calidad.
por Ernesto TOVAR/AFP