Los amigos que entienden de economía sostienen que la dolarización no es la solución para el grave problema económico que vive nuestro país. Mi petición para ellos siempre es la misma: planteen entonces una salida práctica, viable y entendible por todos, que nos lleve, más allá de las disquisiciones filosóficas y economicistas, a conectar un cable a tierra donde la gente está a punto de entrar en una espiral de hambruna. Por favor, no nos hablen de la pérdida de soberanía monetaria y apalancamiento en una economía extranjera, dígannos cómo podemos hacer para que una persona se alimente ganando 7.500 bolívares mensuales.
Entiendo que la solución mágica tampoco es incrementar los salarios, porque cada vez que esto se hace, los bienes y servicios escalan hasta niveles inalcanzables. La solución creo yo, debe venir por la otra arista del problema, es decir, recuperando la capacidad adquisitiva de nuestra moneda. Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que el precio de la divisa no es el que se cotiza actualmente en el mercado. Esta tasa, especulativa por demás, está contribuyendo a hacer inmensamente ricos a unos pocos vivos y trágicamente pobres a la gran mayoría de los venezolanos.
Superemos el concepto arraigado en el imaginario de buena parte de la población venezolana, quienes dicen: “que me importa el precio del dólar, si yo no gano, ni gasto en esa moneda”. Es cierto en parte, porque los precios de los bienes y servicios están tasados en referencia a ese signo monetario. Usted pregunta por el precio de un artículo que hace seis meses costaba cincuenta bolívares y hoy puede costar hasta mil quinientos bolívares. Allí yo me hago la pregunta de rigor: ¿ha subido tanto la inflación para que este precio haya llegado a este nivel? ¿O es que también hay una buena cantidad de gente pescando en río revuelto? Porque en todos lados se cuecen habas.
Nadie asume la responsabilidad por la dolarización de la economía: el gobierno se hace de la vista gorda y quienes expenden los bienes y servicios dicen que ellos están signados por el precio especulativo del dólar negro. En medio de las acusaciones de uno contra otro, “Juan Bimba” se pregunta, ¿ahora quién podrá defenderme? Esto lo grafico con un viejo chiste: en una pelea de boxeo, uno de los contendientes estaba recibiendo una brutal paliza, en un descanso, su entrenador para motivarlo le dijo: ¡ánimo campeón que tu rival no te ha tocado! El boxeador lo miró a través de la rendija de los párpados semicerrados por los golpes y le respondió: si no me ha tocado, entonces vigílame al referí que me está matando.
*Coordinador Nacional de “Gente” Generación Independiente
@alvareznv