La Audiencia Nacional condenó a 24 años y medio de cárcel a un español nacido en Venezuela por quemar viva a su novia venezolana a la que maltrataba y que murió días después de la agresión ocurrida el 29 de junio de 2009 en El Tigre, estado Anzoátegui.
El autor del crimen se fugó tras y fue detenido en España dos años después del suceso. En su sentencia, la sección primera de la Sala de lo Penal condena al acusado, Alejandro Iglesias Zurita, a 23 años de cárcel por un delito de asesinato con la agravante de parentesco y a un año y seis meses por malos tratos habituales, así como a que indemnice a los padres de la víctima con 300 mil euros, además de prohibirle acercarse a ellos a menos de 500 metros durante 33 años.
El día de la agresión, ella se disponía a romper la relación con él a causa de los malos tratos que le infligía, lo que desembocó en una fuerte discusión, y el acusado comenzó a golpearla “repetidamente” por todo el cuerpo, “mientras ella suplicaba que no la maltratara más”.
Al final, la estampó “fuertemente” contra la pared “dejándola conmocionada, para acto seguido y con ánimo de acabar con su vida colocarla boca arriba sobre la cama, vulnerable e indefensa y completamente desnuda, y tras rociarla con gasolina (…), la prendió fuego, provocando que ardiera de forma casi inmediata”.
Al ver que aún se encontraba con vida, el acusado la trasladó en su vehículo a una clínica cercana y le dijo al vigilante de seguridad que no conocía a la víctima, insistiendo en querer abandonar el lugar, pero el vigilante se lo impidió.
Tras hacerse cargo de los gastos de hospitalización y quirófano, permaneció en el centro hospitalario lo suficiente para contestar a las preguntas de los médicos, “obteniendo como única respuesta” que se había quemado con gasolina “sin especificar más circunstancias” y respondiendo “de manera contradictoria y con evasivas”, según la sentencia.
Esa actitud sospechosa llevó al personal de la clínica a dar aviso a la Policía y a cerrar las puertas para evitar la huida del acusado, que finalmente fue trasladado a dependencias de la Policía Municipal de El Tigre, en donde por causas que se desconocen y que están siendo investigadas, fue puesto en libertad.
Aprovechó entonces esta circunstancia para ir con su padre al apartamento para hacer desaparecer “cuantas huellas y vestigios incriminatorios” hubiese allí como “la ropa de la víctima, una cuerda, y cinta adhesiva” que metieron en una bolsa negra de plástico que fue después hallada en el auto del acusado, que se dio después a la fuga, abandonando el país por la frontera de Brasil.
La mujer sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en el 80 % de su cuerpo y tuvo que ser trasladada a la Unidad de Quemados del Hospital Militar de Caracas el 5 de julio, donde murió “a causa de un edema cerebral y pulmonar severos, como complicación de las graves quemaduras”.