“Queda claro que para chavistas la devastación-país ha sido de tal magnitud, que cualquier desmérito del capitalismo más salvaje y liberal, ha quedado en lienzos comparado con estos 17 años de”razón revolucionaria”
Si una patología endémica padece Venezuela, y sobre la cual han disertado nuestros historiadores desde Miguel Acosta Saignes, Andrés Bello o Rufino Blanco Fombona hasta Vicente Lecuna, Vallenilla Lanz o Ramón José Velásquez, es el caudillismo obstinado y voraz que ha atrapado nuestro presente en su pasado, truncando toda categoría evolutiva de avance social. Revoluciones de todos los colores, que culminaron en hombres encumbrados de pecho embanderado, donde el pueblo siguió entre ternos y alpargatas, sin identidad y educación. Desde Bolívar, Boves el taita, los Castro, Falcón o Guzmán Blanco, pasando por el benemérito, Pérez Jiménez, CAP hasta Chávez, Venezuela ha sido arrastrada por esa visión castradora, del “hombre a Caballo”, del gendarme necesario, del Napoleón criollo, que nos condujo a un frenesí por el hombre de poder. Es lo que alguna vez resumimos como el“síndrome de Villa-Zolia” (“De Villa Zoila a los Panchito Mandefuás” El Universal, 30-12-2014), que no es más que la adoración por el generalote de turno a quien endosamos todas nuestras esperanzas y todas nuestras adulancias. Perverso proceso degenerativo donde triunfa la mediocridad y como apunta Pocaterra (en sus Memorias de un Venezolano de la Decadencia), convierte al “mentecato introducido, al Panchito Mandefuá, al poeta, doctor o letrado vulgar, en un poetazo, un doctorzote, un súper letrado”, por el hecho de contar con la bendición del taita en palacio. Eso también nos cuenta dolido Roland Denis, cuando alerta que “si hay un legado de Chávez realmente oscuro, es el no haberse sacado de encima el caudillo que lo obligaron a ser para convertirse en el dirigente con disposición a utilizar el mando de Estado del sustrato gansteril…”.
Otro tema que denuncia el chavismo que “sale del closet” (dixit Aquiles Esté), es cómo una horizontalización social a juro, como esa colectivización utópica, nos condujo a una versión ladina del Estado-Bienestar, donde el socialismo no ha sido más que tomar por asalto a Pdvsa y al BCV. El propio Denis desde su óptica de hombre de izquierda, expresa su frustración por el mal uso de las riquezas del Estado venezolano, y por la falta de una visión moralista y reformista que diera realmente sentido a una legítima acción social. “Cuando no hay visión de nación, no hay colectividades profundamente morales (…) cuando ella [la nación] es simplemente una guerra que se mueve entre discursivas grandiosas de heroísmos pasados y las ansias desesperadas por tomar el control de las rentas de riqueza que deja el subsuelo sortario, entonces pueden estar seguros que la “razón revolucionaria y emancipadora” rápidamente se esfuma, como ciertamente ha pasado y con ella lo mejor del chavismo” (Ob.cit). Queda claro que para los mismos chavistas la devastación-país ha sido de tal magnitud, que cualquier desmérito del capitalismo más salvaje y liberal, ha quedado en lienzos comparado con estos 17 años de“razón revolucionaria”.
Otra escritora como Maryclen Stelling, también reflexiona sobre los desprendimientos del chavismo. En su ensayo el “Chavismo execrado” (Aporrea. 27/09/2015), lo describe como “un fenómeno relevante”, donde un pueblo sigue teniendo un sentimiento pro-Chávez, pero se siente en “otro bando” del propio Chavismo. Al decir de la autora, el chavista execrado, “conforma una categoría social de carácter disyuntiva, por cuanto la separación entre las categorías es excluyente (…) algo así como buenos y malos, elegidos y repudiados”. De tal forma que el chavismo estaría experimentando un proceso de distensiones, de lo ideológico a lo cotidiano, que hace inocultable el malestar provocado con un modelo que no sólo ha sido ineficiente en términos de productividad y prosperidad, sino insaciable en términos de probidad, transparencia y poder. Y Dennis concluye que “precisamente ese enorme vacío, ese contexto de radical improductividad con que deja tirado el chavismo este país, puede ser al mismo tiempo, el punto de partida de un nuevo brote soñador, sin caudillos ni órdenes simbólicos preestablecidos”.
A partir de la palabra dicha, queda claro que estamos en presencia de un éxodo incontenible del chavismo, que por no encontrar “otro bando”, deja abierta de forma reveladora, la tercera vía. Un pueblo nuevamente en abandono, que no hay duda, no se dejará execrar.
@ovierablanco vierablanc