La oposición democrática venezolana tomó el mundo y no pasa un solo día sin que una alta dignidad política o religiosa, multilaterales o ONG, parlamentos o poderes públicos, intelectuales o defensores de los Derechos Humanos, no se pronuncien a favor de la lucha de los demócratas contra la dictadura de Nicolás Maduro.
Ayer le tocó al Papa, Francisco, quien, desde que asumió la jefatura de la Iglesia Católica, no ha olvidado a los católicos venezolanos en su decisión de combatir la tiranía y hacer del Evangelio de Cristo su programa en defensa de los derechos humanos.
Su Santidad, en efecto, en su encuentro con Mitzy Capriles de Ledezma, la esposa del Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma –detenido por el régimen-, envió, por su intermedio, un mensaje de solidaridad con el pueblo venezolano y las oraciones para que supere en paz y civilidad la grave crisis política y económica que ahora sufre.
“Pienso más en Venezuela de lo que los venezolanos piensan ” le dijo Francisco a esta venezolana ejemplar que ha convertido la causa por la libertad de su esposo, y la de todos los presos políticos venezolanos, en una bandera que bate con orgullo y valentía en la cara de los pocos tiranos que sobreviven.
Y si le tienen miedo a Mitzy los tiranos locales, también le tienen los globales, pues el poder de una causa justa, dijo Einstein, “es más más demoledor que mil bombas atómicas”.
Porque es el poder del amor y de la paz, de la familia y la amistad, de los ciudadanos y de la humanidad, que prosperan donde la libertad y la democracia florecen y languidecen cuando la tiranía y la dictadura imperan.
Hermoso regalo el que nos trajo ayer Mitzy de Ledezma, pues si de algo no se puede dudar, es que el poder del Papa, unido al poder de esta gran venezolana, se mueven en la dirección de producir el cambio que todos deseamos.