A lo mejor podrá acusárseme de ser extraña, pero cuando se me daña el carro lo llevo a donde un mecánico, cuando me enfermo voy a un médico y aunque conozco a un jardinero que es un verdadero maestro con las tijeras, nunca se me ha ocurrido llamarlo para que me corte el cabello.
Debo ser realmente muy rara, creo que para gobernar también se requiere formación en el manejo de la política y en lo concerniente a la administración pública. Estoy convencida de que no cualquiera puede hacerlo bien, sostengo que no todos servimos para todo y que la administración pública es compleja.
Es innegable que algunos políticos, de todos los tiempos, colores y tendencias ideológicas, han sido corruptos, embusteros, de comportamientos cuestionables y hasta repulsivos, pero esto no quiere decir que todos lo sean. La falta de preparación de mucho de los gobernantes de nuestro querido país, es parte de las causas de nuestros males.
Tenemos choferes dirigiendo políticas macroeconómicas, acompañado de militares que se ocupan de dirigir la seguridad alimentaria, por nombrar solo algunas de las áreas peor llevadas por este gobierno. Gobernadores y alcaldes que por su inexperiencia, han sido rebasados en el cumplimiento de las más básicas de sus competencias.
Dejar de confiar en los políticos, es como si decidiéramos dejar de confiar en los neurocirujanos porque alguno haya hecho una mala praxis, o encargar del manejo de aviones a personas sin preparación en esa materia, porque algún piloto haya cometido un error con causas fatales.
Ser político no es un privilegio exclusivo de los militantes de los partidos políticos, la política es mucho más que eso. Una de las tantas definiciones de política que existen señala que es ““una actividad cuya razón de ser es alcanzar un fin preciso: el bien común (todo debe llevarse a cabo con el objetivo común de alcanzar la paz a través de métodos que no incluyan la violencia)”
Pero no todos quienes realizan actividades en procura del bien común son políticos. Un político es quien dedica su vida a organizar y movilizar a quienes, como él, persiguen un mejor país, una mejor ciudad. Quienes sin importar los sacrificios de toda índole que ello significa y por amor a su tierra, trabajan cada día por mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos, sumando voluntades, sueños, ideas, visiones y manos para construir bienestar social.
Quienes se mueven en pro de sus intereses, de enriquecerse o controlar el poder, no pueden llamarse políticos, aunque ocupen o hayan ocupado cargos de elección popular.
El escritor italiano, premio Nobel de Literatura en 1997, Darío Fo, decía con mucha razón que “creer que se es payaso por ponerse una pelotilla roja en la nariz, un par de zapatos desmesurados y aullar con voz aguda, es una ingenuidad de idiotas”, porque el payaso no necesita una indumentaria determinada, apenas aparece,se le reconoce.
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