La mayoría de las encuestadoras aseguran que es altamente probable que la oposición gane por votos las elecciones parlamentarias del 6D. No obstante lo anterior existen una variedad de riesgos asociados con una victoria que merecen nuestra atención y análisis.
Primero tal como pasó hace seis años, pudiera ocurrir que la oposición ganando el voto popular no asegure su control de la Asamblea Nacional. Es conveniente recordar que para obtener la mayoría parlamentaria la oposición está obligada a ganar ciertas circunscripciones que tradicionalmente han sido bastiones del oficialismo. De no ser así es posible que este se lleve nuevamente el trofeo del poder legislativo.
Hay que preparase y estar alerta frente a cualquier maniobra non sancta de parte de las autoridades electorales que han mostrado a través de estos años su clara disposición de favorecer al oficialismo en detrimento de la voluntad del pueblo venezolano.
Segundo es necesario tener muy presente que aun cuando el gobierno acepte una victoria opositora, la crisis del país y los problemas que le aquejan no se van a resolver si no hay un acuerdo entre las partes para aplicar los correctivos y medidas que pudieran de forma gradual ir resolviéndolos. Un control del parlamento no sería la panacea y el gobierno cuenta con mecanismos para neutralizarlo.
Dentro de este escenario victorioso pudiera darse el caso que los otros poderes del estado como el judicial y el moral dirigidos e influenciados por el ejecutivo se confabulen para quitarle responsabilidades al legislativo. Ya en el pasado se hizo algo similar con la Alcaldía Metropolitana cuando Antonio Ledezma se alzó con el triunfo y lo despojaron de una cuota importante de sus atribuciones. Se llegó a crear un gobierno paralelo para el Distrito Capital. Debemos también tener presente la creación de Corpomiranda que bajo la tutela de Elías Jaua, actúa sin recato alguno para minar y competir con la administración de Henrique Capriles el Gobernador electo por la voluntad popular.
Tercero tampoco puede descartarse que el Ejecutivo Nacional, que ha fracasado en demostrar fehacientemente que existen planes de golpe de estado y una abierta guerra económica en su contra, decida imponer a nivel nacional un estado de excepción que le permita suspender y posponer las elecciones por un tiempo mientras recupera su popularidad y credibilidad. También el pasado nos muestra ejemplos de estas acciones cuando el Gobierno logró en el 2003 que se pospusiera el referendo revocatorio varios meses mientras daba tiempo para que las Misiones emblemáticas como Barrio Adentro, Rivas y Sucre cumpliesen su cometido.
Los actuales gobernantes tiene mucho que perder con una derrota electoral: se abre un camino real para un período de transición hacia la democracia y se pierden privilegios de negocios multimillonarios en dólares tales como controles sobre las importaciones, el contrabando y el trasiego de drogas. De ahí la imperiosa necesidad de estar alertas, que significa tener planes y respuestas concretas ante los diferentes escenarios analizados.
Juan Antonio Muller