El Brasil atraviesa por una de las crisis políticas, económicas y morales más profundas desde que se instaló la democracia en ese país y que la ha conducido a la pérdida o por lo menos, a un cuestionamiento de su liderazgo regional, cuando todo indicaba que surgía como uno de los países latinoamericanos emergentes que pudieran alcanzar el sitial de los países desarrollados del planeta. La actual baja de los precios del Petróleo, el hierro y la soya han puesto en dificultad a una economía que en la última década disfruto de una envidiable bonanza malgastada en políticas populistas de subsidios que solo estimulaban el consumo interno, mientras se intentaban introducir políticas de controles económicos que desestimularon a los sectores privados productivos y termino generando una crisis económica de grandes magnitudes, en la cual se ahogó el gobierno con el gigantesco gasto público, con una economía con tres años de estancamiento y previéndose incluso para este año una recesión económica. El sueño del Brasil potencia industrial se ha derrumbado y ha pasado más bien a ser una potencia media o agrícola.
El PIB del Brasil retrocederá en 3% este año y la inflación se ha convertido en un verdadero Talón de Aquiles con previsiones para este año del8,9% y un desempleo que rondará el 7%, para alcanzar el año próximo el 8,6%. La Seguridad Social presento el año pasado un déficit de 10.000 millones de dólares y se espera que este año alcanzará aproximadamente los 25.000 dólares. Esta realidad económica que no quiso reconocer la Presidente DilmaRousseff durante la campaña electoral, acusando más bien a su contrincante político, AecioNeves, de neoliberal por que anunciaba la necesidad de ajustes económicos, al ganar las elecciones Dilma inmediatamente más bien colocó en el Ministerio de Economía aun conocido neoliberal que ha comenzado a introducir ajustes económicos que afectan directamente a ese pueblo que votaba por el Partidos de los Trabajadores y por losPrograma “Mi casa Mi vida” y la “ Bolsas Familia” , a parte, de la congelación de los salarios de los funcionarios públicos. Ahora bien, todas estas medidas tendrán que pasar por el Congreso Nacional para su aprobación, en especial todo lo referente al aumento de los impuestos, que no tienen gran simpatía en un legislativo que no se encuentra del todo alineado con el gobierno.
A todo esto, se agrega la crisis política y moral por la que atraviesa el gobierno de DilmaRousseff, en donde sus aliados se han pasado a la oposición y el Presidente de la Cámara de Diputados miembro de uno de los partidos de la alianza gubernamental también se fue a la oposición y confronta a la Presidenta y se dirige a iniciarle un “empeachment” contra Dilmaque ya comienza a señalar que le “preparan un golpe a lo del paraguayo” pero la verdad, es que el escándalo de corrupción desatado en la Petrolera brasileña, en donde se ha demostrado la conformación de una red de corrupción política-empresarial que ha llevado a la cárcel no solo a los grandes jefes de la Petrolera sino a los Directores y dueños de las grandes empresas multinacionales del Brasil y a Personajes del partido del gobierno y sus aliados, ha terminado por debilitarla mucho más, además de poner en jaque al Partido de los Trabajadores de Lula da Silva que también le ha salpicado la guerra de la policía y la fiscalía contra la corrupción, sobre todo, ahora que el Tribunal de Cuentas la condena por maniobras fiscales pormaquillar las cuentas públicas, además, de una denuncia ante el Tribunal Superior Electoral por el uso en su campaña de fondos espurios productos de los fraudes públicos.
Brasil vive hoy en día con mayor o menos gravedad lo que vive Argentina y Venezuela como consecuencia a la corrupción, las políticas centralista, controladora y populistas del despilfarro y la falta de inversión así como de una política gubernamental de estímulo a los sectores productivos nacionales que favorezcan la inversión y genere empleo, a parte, de la apertura de un diálogo nacional con un programa mínimo de entendimiento político que genere confianza a los distintos sectores del país y que impulse el desarrollo económico y social del Brasil, de lo contrario, caerá en el mismo estadio de la crisis por la que atraviesa la bolivariana argentina y la venezolana revolución del Socialismo del Siglo XXI.