Patricia, el súper huracán que atemorizó a las turísticas Vallarta y Nayarit

Patricia, el súper huracán que atemorizó a las turísticas Vallarta y Nayarit

(foto EFE)
(foto EFE)

Durante unas horas que parecían no terminar nunca las joyas turísticas mexicanas de Puerto Vallarta y Riviera Nayarit vivieron con pavor la llegada del súper huracán Patricia, que acabó convertido en un gran susto porque en el último momento cambió su trayectoria hacia zonas menos pobladas.

Después de una noche en la que los remanentes de incertidumbre por la fuerte lluvia que todavía caía se mezclaron con el alivio de saber que el ojo del huracán había tocado tierra a 200 kilómetros al sur de Puerto Vallarta, los habitantes de ese famoso destino de cruceros amanecieron este sábado más tranquilos y se pusieron manos a la obra para recuperar la normalidad rota por Patricia.

A media mañana volvió a lucir el sol y se reabrieron los locales comerciales y hoteles que durante horas habían quedado clausurados por el temido Patricia, considerado el mayor huracán de la historia reciente de México porque llegó a alcanzar vientos de 325 kilómetros por hora y rachas de hasta 400.





En total fueron evacuadas a 24 albergues casi 8.500 personas en la costa del estado de Jalisco (occidente de México), 5.000 de ellos en Puerto Vallarta, en la costa del océano Pacífico.

Entre ellos muchos turistas que en su mayoría ya comenzaron a regresar a sus hoteles y habitantes de zonas humildes aledañas a la ciudad, muchos de los cuales siguen evacuados por temor a la crecida de los ríos.

En el albergue instalado en la Universidad Católica Univa, cerca del aeropuerto de la localidad (de aspecto desolador porque sigue inactivo por precaución), una joven con un bebé en brazos explicó a EFE su experiencia.

“Nos alojaron unos policías porque estaba fuerte el huracán y por eso nos tuvimos que salir”, además de “porque estábamos cerca del río, por el aire y por los niños”, declaró.

A su alrededor unas pocas decenas de personas se servían frijoles y un guiso de carne preparados en un camión de la Marina enviado desde Guadalajara, la capital de Jalisco, que cuenta con gas, energía, agua potable, frigorífico y hasta horno de panadería.

“Esta cocina empezó a operar el día de ayer por la noche”, cuando “había 740 albergados”, relata el capitán Eriberto Sedano, responsable de la unidad, que también ha elaborado comida para “dos albergues más en dos (escuelas) secundarias” con “entre 250 y 300 personas”.

Sedano reconoce que el huracán no ha sido tan devastador allí como se temía por que “en la trayectoria (Patricia) venía hacia Puerto Vallarta y Nayarit (un poco más al norte) pero antes de tocar tierra dejó de girar y bajó un poco la dirección hacia el sur de las costas de Jalisco”.

El ojo del huracán penetró en México por la comunidad jaliciense de Emiliano Zapata.

Llegaba con tal virulencia que según el presidente de México, Enrique Peña Nieto, por él debería haberse creado una categoría 6 en la escala Saffir-Simpson que mide la intensidad de estos fenómenos y tiene cinco niveles.

Incluso su homólogo estadounidense, Barack Obama, indicó el viernes por Twitter que sus “pensamientos” estaban “con el pueblo mexicano” ante la llegada de ese monstruo de la naturaleza.

Lo cierto es que allí, en el sur de Jalisco, el meteoro causó daños en calles y carreteras, por la caída de árboles y postes eléctricos, además de ocasionar desperfectos en las edificaciones más precarias.

Además, dejó 1.200 evacuados en la zona de Cihuatlán y Cabo Corrientes, aunque por ahora no hay víctimas, porque era una zona bastante despoblada, advirtió el gobernador de Jalisco, Jorge Aristóteles Sandoval.

Veinte horas después de tocar tierra, Patricia se degradó este sábado a depresión tropical y se desplaza por el estado de Zacatecas (centro norte), camino de Tamaulipas, estado fronterizo con Estados Unidos y con costas en el Golfo de México.

A la espera de las consecuencias que tengan las fuertes precipitaciones que está provocando en el oeste, el centro y el norte de México, en Puerto Vallarta respiran más tranquilos.

Como en Riviera Nayarit, donde también se preveía en un principio que dejará fuertes vientos y daños.

En uno de sus lugares más emblemáticos, Sayulita, un pueblo de practicantes de surf que parece haberse detenido en la época dorada de los hippies en los años 1970, minutos antes de que llegara Patricia, un grupo de jóvenes bronceados salía del agua, quejándose de que el huracán no traía el esperado oleaje.

“Hay más olas normalmente”, declaró a EFE uno de ellos, que se identificó como René.

Unos kilómetros más al norte, también en Nayarit, la dueña del hotel Garza Canela de San Blas, localidad que hizo famosa el grupo Maná con una mítica canción romántica, se alegraba porque las últimas noticias decían que el huracán se había desviado.

“Ya sufrimos uno fuerte, el Kenna (en 2002), que entró literalmente por la puerta de atrás del hotel y lo destrozó todo”, recuerda.

Parece que esta vez el súper huracán Patricia se apiadó de ellos. EFE