Escribe el diputado uruguayo Jaime M. Trobo, del Partido Nacional del Uruguay, su visión de cómo los países de América Latina se han quedado mudos ante la deriva totalitaria del gobierno de Nicolás Maduro y fija posición ante las próximas elecciones parlamentarias “es el momento de decidir que como parlamentarios democráticos queremos ver que ocurre en un país hermano y dar crédito de un proceso que en un sentido o en otro tendrá consecuencias graves en el tiempo”
Latinoamérica: Estrepitoso silencio
Jaime M. Trobo
De esta forma calificó el ex Presidente socialista Ricardo Lagos la actitud de América Latina respecto de la grave situación de Venezuela. Dijo asimismo que los Presidentes de nuestra región no se animan a decir nada por temor a ser calificados de injerencistas. En definitiva, al menos yo lo entendí así, para él, el silencio se ha convertido en una plomiza complicidad con un régimen, ya no un gobierno que viola los derechos humanos y las libertades como lo hicieron las dictaduras de las décadas de los 80.
Mientras tanto pasan los días y parece habitual que ocurran algunas cosas que son aborrecidas cuando se recuerda el pasado y las dictaduras de nuestra región. Persecución de opositores, prisión injusta, justicia conducida, fiscales presionados y orientados provocar el escarnio, utilización del estado y sus recursos para beneficio partidario, fuerzas armadas ideologizadas al servicio del capricho de los dirigentes y en ocasiones integrantes de ellas secuaces de actividades ilegales y mafiosas. Estas son las formulas de los autoritarismos contemporáneos, cuya cara más visible y patética la muestra la Venezuela actual y sus cuadros dirigentes encabezados por Maduro.
Detrás de este escenario, la perversa influencia de Cuba, ahora entretenida en su transa con el imperio réprobo, como vía de escapar con algo de vida y dinero del foco que mostrará las miserias practicadas durante más de cincuenta años justificadas por la ideología igualitarista que resultó el triunfo de la pobreza, el desinterés y la desesperanza. La combinación de ideología materialista, el desprecio por la libertad y los derechos naturales del ser humano, la ambición de mantener el poder por los medios que sea y el nepotismo expresado impúdicamente hasta la dinastía, hacen que ciertos regímenes de nuestra América Latina sean una caricatura despreciable que corre el riesgo de contagiar, porque lo ha hecho en varios países.
Y en este panorama, con timidez que se convierte en complicidad, cuando nos decidimos a impulsar acciones de propaganda, de visibilización de la cruel realidad venezolana, de la violación más desprejuiciada de derechos garantías, que pone en riesgo la vida y la salud de los perseguidos, hay quienes tienen tiempo para las especulaciones sobre formalismos y comportamientos políticamente correctos que no son otra cosa que placebos para la conciencia.
En estos días el Partido Nacional ha desplegado una fuerte campaña para lograr que el Parlamento designe una Delegación multipartidaria para asistir a las elecciones en Venezuela que se realizan el 6 de Diciembre. Y lo ha hecho consciente de las dificultades que la concreción de tal iniciativa tiene, no porque la causa no se justa e indiscutible. En el decir de Lagos queremos romper con un grito estrepitoso el silencio estrepitoso que se posó sobre nuestra región y que sordina el reclamo de los demócratas venezolanos. Es el momento de conocer con claridad las posiciones de los partidos en nuestro país, es el momento de tomar una resolución valiente, que arriesgue acometer un liderazgo que nadie parece querer asumir, es el momento de decidir que como parlamentarios democráticos queremos ver que ocurre en un país hermano y dar crédito de un proceso que en un sentido o en otro tendrá consecuencias graves en el tiempo.
Veremos que ocurre aquí, si los paladines de los DDHH y las Libertades se comportan o demuestran que homologan dictaduras y autoritarismos porque creen en las bondades de cierta ideología a la que adjudican más virtudes que a los derechos connaturales al ser humano. No vamos a admitir vericuetos o reflexiones alambicadas que justifiquen la ausencia de compromisos con las reglas democráticas que nos obligan por convicción ética y a los que no la tienen por tratados y protocolos.
Nosotros, como lo manda nuestra historia y las definiciones irrenunciables de nuestros principios estamos y estaremos del lado de la Libertad, aquí, en Venezuela y en donde sea.