No eran las 38 mil 500 personas que caben en el estadio de fútbol José Antonio Anzoátegui de Puerto La Cruz, pero sí se sentía la muchedumbre que, a ratos, pitaba a quien “se comía la luz” en medio de una mega cola, reseñó El Tiempo.
Por Andrés Astudillo Morales
Eso se vivió ayer frente al coso deportivo, en el Gran Abasto Bicentenario de la avenida Intercomunal Jorge Rodríguez.
Centenares de personas bordeaban la manzana que ocupa la sede del establecimiento administrado por el Gobierno nacional.
“Esto está de cabo a rabo”, dijo una señora que salió de su casa, cerca de las 2:00 de la mañana, para instalarse en la fila que ocupaba la avenida de Pascal.
“Como nunca, los 0 y 1, que nos toca los lunes, podremos comprar carne, pollo, leche líquida y pañales. Vale la pena…”. Luz Marval no contaba con la respuesta de una compañera de cola que la interrumpió para refutar su “vale la pena”. “…No es justo, no deberíamos estar en una cola, no ‘vale la pena’ nada, sólo que algunos no tenemos para comprar a los bachaqueros o en carnicerías caras. En estos días lo que sale es pura cola. Y ponga mi nombre clarito: Luz Martínez… y estoy cansada”.
“No es justo que cada vez que haya algo en el Bicentenario se forme un despelote. Además, muchas personas no respetan el orden que los compradores hacen. Por eso es que la gente se molesta” aseguró Miriam Flores, compradora.
“Como de novela”
A las 9:20 de la mañana ya había pasado un “encontronazo”. Un cuarto lote de personas, que esperaba que abrieran ese portón rojo a la mitad para poder pasar, fue testigo de una supuesta pelea entre un funcionario del cuerpo de seguridad regional y un miembro de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), que estaba asignado al contingente de custodia del Bicentenario.
“Pasó lo que siempre pasa. Los policías vienen en sus motos, se bajan intimidando y quieren que sus familiares pasen. Pero esta vez fue como una novela. El policía le dio una cachetada, en medio de reclamos, al militar, porque no dejaron ingresar a su pareja. Después de eso, hasta perdigonazos se escucharon. Aquí se comen la luz desde los uniformados hasta los coleones de oficio”, contó una chica que aprovechaba un pedazo de cartón para cubrirse del sol.
Unas cinco personas que estaban cerca de ella confirmaron la denuncia. “Los funcionarios siempre quieren pasar a sus parientes. Agregaron que en el despelote de la mañana del lunes hubo empujones y los “vivos” aprovecharon para meterse. “Se burlan de quienes están en la cola desde las 3:00 de la mañana. Tiene que haber un mejor control”
-¿Cuál es su nombre?
-Llámame Lila Morillo, como la cantante.
Un hombre que también se atrevió a quejarse y que estaba cerca de Lila se identificó como “José Luis, pero no Rodríguez, Perales”. Según ellos, no es bueno identificarse en esta época, pues “cualquiera les puede hacer daño”. Acotó que los policías no aparecen en la madrugada, cuando ellos arriesgan su vida para hacer cola y llevar comida a sus casas.
Investigan
Una fuente castrense conoció de la cachetada que recibió un miembro de la GNB.
Recordó que a los militares les corresponde la custodia exclusiva de las sedes de los abastos Bicentenario, Central Madeirense y Makro. Señaló que reforzarán la vigilancia para evitar abusos, tanto de policías como de ciudadanos.
1.960 bolívares fue lo que canceló María Rodríguez de Sánchez en su compra de ayer. Llevaba en sus bolsas carne (un par de paquetes de dos kilos -a Bs 220 cada uno- aproximadamente), dos pollos (Bs 65), dos envases de champú de 750 ml (Bs 72). Además, pudo llevar un empaque de 32 pañales talla XG (Bs 135), entre otras cosas.
Supervisión
Ligia de Díaz llega un carné que la identifica como miembro de la Red Mundial de Defensores de los Derechos Humanos. Ayer denunció que los funcionarios de seguridad agreden verbalmente a los compradores. “He escuchado amenazas y he visto golpes contra los ciudadanos”.