William Anseume: Carta muy abierta: democrática, al buen amigo Luis Almagro

William Anseume: Carta muy abierta: democrática, al buen amigo Luis Almagro

thumbnailWilliamAnseumeLa carta magnífica. La suya, estará diciendo la Tiby, después que alguien le explicó.

Su carta, buen amigo Almagro, a quien no tengo el gusto de conocer sino por trayectoria diplomático-política de usted, pública y notoria, pasa a engrosar el cúmulo de significativas cartas definitorias de etapas señeras venezolanas. Hay algunas famosas en el mundo como la Carta de Jamaica, Siglo XIX, aquella de las Repúblicas aéreas; la Carta Pastoral de Monseñor Arias Blanco, Siglo XX, muy democrática ella, contra otra dictadura. Al parecer, cada siglo trae su carta y llegó la suya, muy Siglo XXI.

Su comunicación, muy educada, precisa y elocuente, podría resumirse en peticiones de tipo electoral democrático, claro; y en defensa de los derechos humanos, ante los cuales “… no podemos mirar para otro lado ni usted ni yo”.





Lucena no va a entender, o se va a hacer, mandada, la que no entiende. Un juego macabro aplicado por cuanto funcionarito hay en este gobierno, del rango que sea, porque hasta los militares y los gobernantes son marioneteados desde Cuba, como sabemos.

El rechazo a la observación internacional es un taparear de triquiñuelas, lo sabe usted, lo sabemos aquí y lo sabe el mundo. No quieren que vean cómo se la hacen para adueñarse de todos los votos que puedan significar el escamoteo de las decisiones de la gente, decisiones que ya están demarcadas en un sacarlos de ahí cuanto antes que se convierta en un sacarlos del poder nacional definitivamente.

Usted, Almagro, buen amigo Almagro, lo expresa con claridad de agua intocada: “… las dificultades solo alcanzan a los partidos de la oposición”. Y desde la OEA, su antecesor hizo lo que usted no quiere hacer, hacerse a un lado. Afirma su texto que: “… una observación internacional les brindaría a todos los venezolanos mayor tranquilidad de espíritu a la hora del conteo de los votos”. Y le añado: mayor tranquilidad de espíritu en la pervivencia venezolana, la seguridad y la garantía de estabilidad mínimamente democrática, sería esa.

Luego, habla usted de libertad de expresión en el voto y en los medios de comunicación. Encara a los otros poderes: el ejecutivo y el legislativo y hasta el judicial, todos carcomidos por el totalitarismo siglo XXI impuesto por Chávez y sus militares de vista gorda ante la guerrilla colombiana, la droga, las FARC, ya sabemos el bochornoso y reciente hecho de Haití.

Y señala con firmeza los casos de las detenciones arbitrarias, de los juicios amañados y se explaya usted en el caso principal en ese sentido de Leopoldo López, esa gran figura de nuestra política apresada y limitada en su expresión política y sus derechos. Y si algo le agradezco y el país y los universitarios, es su mención a los estudiantes muertos y otros aún detenidos o bajo régimen de presentación por solo protestar: “Es un horrendo crimen callar ante la muerte de un estudiante que está manifestando pacíficamente. Es un horrendo crimen callar ante los estudiantes que permanecen encarcelados sin acusación fiscal por el mismo delito de manifestar pacíficamente”.

Usted, como otro uruguayo de excepción, es muy bienvenido en la patria de Bolívar, bueno, aún se duda si es uruguayo Gardel, pero ni sobre  usted ni pepe Mujica existen esas dudas. Dudas había sobre la posición del señor Insulsa. Eran otros tiempos políticos, se entiende, y no este resquebrajarse del comunismo latinoamericano, hambreador, despótico, corrupto e inhumano.

Agradezco su posición, esa que sí me representa y le da prestancia a la OEA. Y un consejito, así, de soslayo: envíele así sea grabada en su voz la Carta Democrática de la OEA a la Tiby, a Maduro, a Diosdado Cabello. Usted la asoma, pero queremos con eso la misma concreción que ha dado a la realidad de nuestras torturas político-dictatoriales. A ver si entienden con claridad su mensaje.

Venezuela agradece su carta, digo, la Venezuela democrática, la mayoría irrefutable de los venezolanos; su firmeza en los planteamientos, su lenguaje pedagógico en ese cómo debe tratarse al adversario político como ser humano, a pesar de que lo veamos como un dañino insecto.

Al final de la entrega de resultados volvemos a hablarnos, querido buen amigo Luis Almagro, a quien no conozco pero bien me representa en la OEA por expresar así de bien sus valores democráticos, electorales y respecto a los derechos humanos, todos ellos conculcados hoy en esta Venezuela esperanzada justamente en ese decisivo 6 de diciembre.

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