Orlando Viera-Blanco: La Reina del Sur

Orlando Viera-Blanco: La Reina del Sur

thumbnailorlandovierablancoVenezuela ha quedado atrapada -desde que llegó Colón- en la traza hispánica donde lo público es propio, la criminalidad se celebra, y de nada ni a nadie, se rinde cuenta…

Escribo estas líneas desde la República de Singapur. Una pequeña isla del sur asiático que logró su independencia de los británicos en 1965. Es difícil resumir lo que palpo aquí. En 5 décadas han alcanzado una transformación inimaginable. Pero fue con la llegada al poder de Lee Hsien Loong hace 11 años, cuando “La Ciudad de los leones” pasó de ser el país con más criminalidad y delincuencia de Asia Oriental (500.000 presos); violaciones, tráfico de droga, terrorismo, suciedad y vandalismo, al más seguro, sólido, organizado y civilizado, con sólo 50 detenidos, ¡a los seis meses de inicio del gobierno de Lee!

El tema no es político. Tampoco económico o atávico. El epicentro de toda formación ciudadana -cabal, íntegra y consciente- es la justicia como instrumento de respeto y aprensión, más la educación como anticipo de riesgos, orden y prevención. En 50 años de república, esta isla semi artificial, sin agua, sin recursos, ni locación, ha logrado lo que no ha podido Venezuela desde su conquista. 90% de la fuerza de trabajo singapurense tiene un nivel técnico o universitario. Su alma mater es una de las top 30 del mundo. Y fue a partir del gobierno (en 2004) del hijo Lee Kuan Yew (primer gobernante de Singapur), cuando se implementó un verdadero orden. La imposición de fuertes penas (de muerte) para delitos de violación, tráfico de droga, corrupción u homicidio, y un indoblegable sistema de justicia, hizo del Singaporean un ciudadano obsesionado por respetar la Ley. Hoy la criminalidad es casi cero, el orden urbano impoluto e impresionante; no hay corrupción y es la tercera economía más poderosa de Asia, con el ingreso per cápita más alto de la región.





El fenómeno Singapur exhibe una cota de excelencia y desarrollo sorprendente. Monumentales infraestructuras. Centros financieros sólidos. Sistemas de transporte público de altísima tecnología y calidad. Regios centros culturales y artísticos. Impecables centros deportivos. Una vialidad que parece maqueta y una arquitectura de vanguardia, con decenas de lujosos centros comerciales ultramodernos. El lugareño se afana por la limpieza de su ciudad, por consumir y alimentarse sanamente; usar el transporte público (no compra vehículos para evitar polución y congestionamiento), o no rumia chicle en público. En Venezuela nos matamos por un litro de leche… El Singaporean va con una sonrisa en los labios y un gesto de bienvenida. No hay racismo y su mezcla china, hindú, malasia, no afecta su integración. En Venezuela acusan de acaparador a quien almacene tres paquetes de Harina Pan y meten preso a quien clama libertad y piensa diferente. El sentido de urbanidad y justicia en Singapur, es el resultado de un intenso programa de educación estratégica y mano dura contra la delincuencia y asalto al Estado. El país indonesio -por cierto- no es calificado como un Estado democrático. Ha recibido quejas de Amnistía Internacional por sus métodos autoritarios. Pero puedo dar fe que en este país, la libertad -que es prosperidad- se hace respetando sesudamente la ley. Ellos siguen el sistema Westminster Britanic (Parlamentarismo unicameral), con un partido de gobierno conservador y disciplinado (Partido de Acción Popular), que ha ganado todas las elecciones. En contraste, Venezuela ha quedado atrapada -desde que llegó Colón- en la traza hispánica donde lo público es propio, la criminalidad se celebra, y de nada ni a nadie, se rinde cuenta… Una visión provinciana y caudilla del poder (de Bolívar a nuestros días), donde lo conveniente es ir como borregos-súbditos mal educados, para “garantizar” el cotillón político y la ruralización del Estado.

Singapur seduce a Occidente con seriedad y transparencia. Es el tercer país con más fondos de inversión del mundo, con una credibilidad que no ve de suizos, americanos o ingleses. Venezuela va vestida de amoralidad y violencia, porque ser matón, choro, vivo o corrupto, paga. En Singapur toda figura pública corrupta, lo paga con la vida… En Venezuela magistrados, generales o imberbes (da igual), se creen inmunes e intocables, por ser parientes revolucionarios. En Singapur los malos modales -escupir, comer mal, ensuciar la calle- no hacen currículum. En Venezuela se va con pasaporte diplomático, mascando chicle y escupiendo la ley…

Singapur es “La Reina del Sur” asiático. Nosotros tenemos la propia… La realidad que supera la ficción, la novela-sic-.Singapur es ejemplo a seguir. La respuesta a los que no creen que en “minutos” ¡se puede cambiar la historia! Venezuela es un antimodelo que no aguanta más, como no aguantó Singapur hace dos lustros. Y le llegó la luz. ¡Encendamos la nuestra!

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