Me sentí afortunado de ser testigo aún joven del inicio del siglo XXI, siendo adolescente vislumbraba la lejana fecha del año 2000, como un emblema de la llegada del futuro, con carros voladores y sin tráfico, con control y superación de enfermedades y guerras.
Un episodio finisecular constituyó el arribo de Chávez al poder; el actor de reparto captó a una sociedad desencantada y el cuenta cuentos engañó a media Venezuela y medio mundo, con su promesa de remezón al sistema democrático. Se desgañitaba afirmando que mientras no haya justicia plena no habrá plena paz en esta tierra y que implantaría un sistema de gobierno que proporcionaría la mayor suma de estabilidad política, seguridad y felicidad posible al pueblo. Jajaja.
El lenguaraz aseguraba que antes de él Venezuela estaba en el suelo, explotada, saqueada, humillada y el pueblo empobrecido y hambriento. Insistía que aquí nadábamos en pobreza, corrupción, dolor, represión y muerte. Con un tremendo strike finisecular y con rabo de cochino abanicó a una nación desesperanzada.
En Venezuela repetía y repetía el parlanchín incontinente, nunca más volverán a imponerse las políticas de hambre y miseria. Jajaja. Y las impuso con vaselina y corrupción el hegemón que dilapidó la sin par fortuna petrolera. Y consumió 17 años completados con la pequeña ayuda de su heredero errático.
Volviendo al siglo XXI que esperábamos soñando con un futuro prometedor, pronto al mundo se le paralizó la alegría por los auspicios de un nuevo siglo, con el primer acto hiperterrorista de la historia; como destaca el doctor político, los ataques a las torres gemelas del Centro Mundial de Comercio en Nueva York, cobraron casi cuatro mil víctimas.
A nosotros en Venezuela nos sucedió algo similar, cuando nos encontrábamos sumergidos en una serie de actos que invitaban a reflexionar sobre el significado y trascendencia de una fecha icónica: el Quinto Centenario del Descubrimiento de América. Justo en febrero de 1992, apareció tribilín en escena como mariscal de campo del Museo Histórico, y aquella madrugada teñida de sangre, borrascosa, lógreba, mustia, fue el preanuncio de una era de muerte, que la marcará por siempre jamás 200.000 mil muertes violentas. Centenares de venezolanos murieron el 4F sin justificación alguna, animados los militares felones por el batiburrillo ideológico del árbol de las tres raíces. Pura paja loca, que sirvió de marco para hundir al país en los preliminares del prometedor siglo, con el inviable y fracasado proceso del socialismo del siglo XXI.
En esta hora los demócratas estamos comprometidos con un salto de civilización que conduzca a un mundo mejor.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
@JulioCArreaza