El 23 de enero de 1958 cae la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, oficial general oriundo del estado andino de Táchira en Venezuela.
A partir de ese momento bajo una Junta de gobierno se conduce el país hacia la realización de elecciones en primer grado y secretas donde los votantes escogieron los diputados miembros de la cámara, senadores para tal ente colegiado, concejales de distritos, parroquias municipios; y al presidente de la República de Venezuela.
Nicolás Maduro, mandador en el cargo, al igual que Marcos Evangelista en su época, desgobierna al estado con arbitrariedades. El personalismo, la violación sistemática de los derechos humanos y el uso indebido de los ingresos fiscales son la marca de tales administraciones.
La Seguridad Nacional –SN– del policía Pedro Estrada donde montaban sobre un ring de neumáticos a estudiantes para torturarlos, como los actuales procedimientos degradantes del Servicio Bolivariano de Inteligencia –SEBIN– con vejatorios procederes en menores de edad dentro de la llamada “tumba” de la plaza Venezuela, demuestran la ruina del sistema.
Tales vejaciones trajeron como consecuencia el distanciamiento popular del cacareado “Nuevo Ideal Nacional” del tachirense y el “Socialismo del siglo XXI” de Hugo Chávez Frías, operador inicial del asalto a la tierra de Simón Bolívar junto a los piratas cubanos del Caribe.
Edgar Sanabria para el momento de la disposición electoral, 7 de diciembre del 58, ejercía la presidencia de la post tiranía.
Para la cita confluyeron el almirante Wolfgang Larrazábal Ugueto con la tarjeta amarilla y roja de Unión Republicana Democrática de Jovito Villaba y el partido Comunista de los hermanos Eduardo y Gustavo Machado; el tradicional dirigente Rafael Caldera Rodríguez, del social cristianismo con Copey con la impresa verde; y Rómulo Betancourt, de Acción Democrática con el emblema blanquecino.
Al igual que ahora campañas de desprestigio corrían por los medios y los pasillos contra el liderazgo de Rómulo Betancourt, quien según las incipientes medidoras de opinión mostraban el favoritismo de los encuestados. ”Rómulo es el regreso a la dictadura”, “Los militares odian a Betancourt”, “Volverá la época del castillo de “Puerto Cabello”, etc., etc.
En estos últimos días el gobierno muestra su peor lado, el del terrorismo de estado. Cual una jugada de laboratorio con la intención de lograr que los votantes, mayoritariamente con la Unidad, retornen a sus hogares para solo salir en actividades cotidianas de necesaria adquisición de alimentos, medicinas y servicios inexistentes en el país y que los obliga a deambular por la ciudad y poblados vecinos.
María Corina Machado, Lilian Tintori y Mitzi Capriles asumen la defensa del venezolano, pero artimañas de laboratorio junto a representantes de los poderes las persiguen para aminorarlas. Las nombradas no escurren el bulto y contrario a lo que esperan en el SEBIN recorren el terruño a pesar de los colectivos que las acechan y sectores que las aconsejan abandonar su comparecencia.
La muerte del joven dirigente de Acción Democrática en la ciudad de Altagracia de Orituco, estado Guárico, Luis Manuel Díaz, por disparo a distancia ha sido denunciado por la oposición como un asesinato. El secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática no ha dudado en responsabilizar de tal hecho al gobierno.
La más calificada voz sub-regional, el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, calificó el deceso de Díaz como una herida de muerte a la democracia.
Por su parte, Lilian Tintori en reunión de periodistas acusó a sicarios de querer eliminarla y responsabiliza al poder ejecutivo y al Partido Socialista Unido de Venezuela de tal iniciativa.
La campaña electoral del 58 estuvo signada por intentonas militares y hechos de violencia. Ello unido a las citas descalificatorias del candidato favorito, Rómulo Betancourt.
Nadie debe ausentarse de los encuentros por amenazas; estas son síntomas inequívocos de agotamiento electoral. Leopoldo López, convencido demócrata, pide desde las mazmorras del usurpador continuar adelante sin cejar hasta la victoria legislativa del seis de diciembre.
Rómulo Betancourt, luchador social, enfrentó todas los temores que los enemigos le presentaron. Sabiéndose apoyado por el pueblo y seguro de conducir la nacionalidad por el camino de las libertades, expresa a sus seguidores: “Contra el miedo vota Blanco”. Hoy de nuevo los venezolanos se encuentran ante la maldad practicada por el sector oficial; y por ello la clarinada es: “Contra el miedo vota Unidad”.
Manuel Corao: Director de Venenoticias