La campaña ha terminado, hoy se realizan los actos finales, y en el ambiente se siente un aire de cambio, profundo e indetenible, que es difícil esconder aún con todos los medios oficiales y cadenas posibles. Las condiciones están dadas para que este 6 de diciembre pase a formar parte de las fechas patrias, que celebran nuestro largo y arduo camino hacia la libertad, como el 24 de junio y el 23 de enero.
Las razones para votar son ampliamente conocidas, la crisis que sumerge en la miseria a millones de venezolanos ha sido claramente reconocida como consecuencia de las políticas absurdas y retrógradas de un gobierno corrupto e incapaz. Los cuentos de la guerra económica, el imperialismo, las conspiraciones ya suenan como escusas vacías a los oídos de los ciudadanos.
Asimismo, las medidas efectistas y efímeras como el cierre de la frontera o las OLP, perdieron su efecto distractor, y el paso del tiempo desnudó su verdadera naturaleza electorera, quedando los problemas de fondo inertes, tan o más graves que antes de llevarlas a cabo.
En el Zulia, donde específicamente se nos prometió que el cierre de la frontera acabaría con las colas, la realidad ha demostrado que el problema está en las distorsiones económicas causadas por el “Socialismo del Siglo XXI”, y por ende las colas persisten tan o más largas que antes.
Ante este panorama funesto, existe un movimiento ciudadano que ha ido creciendo y avanza contra toda clase de obstáculos. Esta fuerza arrolladora promete instaurar una nueva Asamblea Nacional que comience el camino para las transformaciones que requiere Venezuela. No ha sido una tarea fácil, nos hemos enfrentado a intimidaciones, amenazas, violencia y hasta la muerte de compañeros, pero el pueblo de Venezuela ha demostrado nuevamente ser heredero de grandes libertadores.
La estrategia del miedo y la mentira fue desplegada con todos los recursos del gobierno, clamando el fin de los beneficios sociales de ganar la Alternativa Democrática. La verdad es que la propuesta de la unidad es institucionalizar los programas sociales, convirtiéndolos en derechos y no en concesiones otorgadas en base a los caprichos de un gobernante.
La batalla de este 6-D será histórica, tan decisiva para el destino del país como la de Carabobo, pero el arma más poderosa que podemos empuñar los verdaderos demócratas es el voto. En tal sentido, invito a todos los lectores a convertirse en parte de esta gesta transcendental votando por el Cambio y la Unidad.