Que las elecciones parlamentarias estarían signadas por la violencia era una expectativa de opositores y oficialistas, y eso es lo que vemos realizarse con estupor, el chavismo al grito del “como sea” proferido por el Presidente Nicolás Maduro y el Cap. Diosdado Cabello, tiñe de violencia el acontecimiento eleccionario.
Hemos sido testigos de atentados a tiros contra el Gobernador de Miranda Henrique Capriles, contra los candidatos a Diputado Miguel Pizarro, Henry Ramos entre otros. El más reciente es el atentado contra la esposa del Alcalde Leopoldo López, la señora Lilian Tintori, donde resulto asesinado el dirigente Secretario Municipal de AD en Altagracia de Orituco en Guárico Luis Manuel Díaz. Todos eventos en que el régimen niega una investigación seria que pueda esclarecer los hechos de manera diáfana; con lo que lo que hace es entrar en sospecha es provocar que todo el país voltee la mirada hacia el oficialismo.
Ahora bien, ésta es la violencia abierta que todos esperábamos, pero violencia también, bueno recordarlo, es todo el fraude continuado que ha marcado con exagerada y pertinaz regularidad todo el proceso. La inhabilitación de candidatos opositores con proyección nacional como María Corina Machado p.e. La ingeniería unilateral de los circuitos electorales para favorecer una sobrerrepresentación del oficialismo –ya anteriormente se había eliminado la representación proporcional de las minorías-. El secuestro judicial de partidos políticos como el que se realizó con COPEI. La disposición fraudulenta de los partidos gobierneros en el tarjetón con símbolos similares a los de la MUD, como el caso de MIN-UNIDAD. El uso y abuso de medios del estado en la campaña del PSUV y su financiamiento. Las múltiples cadenas diarias de la dirigencia oficialista por el llamado sistema nacional de medios públicos, para la promoción de sus candidatos sin ningún respeto a la legislación electoral. La negativa absurda e ilegitima de permitir una observación electoral imparcial, técnicamente calificada y que contara con el respaldo de la comunidad internacional y sus instituciones como la OEA y la Comunidad Europea, entre otras; y optar por un acompañamiento parcial y mañoso de amigos del régimen, que carecen de toda credibilidad y que viene con una posición tomada de antemano a favor del régimen. El discurso violento de la dirigencia oficialista con fines claramente intimidatorios hacia la población civil en general, prometiendo desgracias si ellos no salen victoriosos. La campaña de amenazas contra los empleados públicos, beneficiarios de misiones y otros programas del Estado con despedirlos o retirarles los beneficios si el sufragio no se realiza a su favor (contado con la mentira oficial de que están en capacidad de saber por quien votan). Todo ello, con el hecho grave de contar con la complicidad del Órgano rector del Sistema Electoral, el CNE, que debería ser garante de transparencia e imparcialidad.
Todo este entramado de violencia es lo que hay que derrotar el 6D, con el sufragio masivo contra un régimen que ha destruido el país de una manera inimaginable. La victoria de las elecciones nos permitirá iniciar una recuperación del equilibrio de poderes que no es más que la reinstitucionalización democrática.
Pedro Vicente Castro Guillen @pedrovcastrog