Por una parte, no se trató simplemente de un fenómeno ¨home made¨. Como diría Marx, se trata de un espectro que recorre a latinoamércia: el espectro de la libertad.
Hacia el año 2000, se inicia, junto con un inesperado aumento de las materias primas, una ola de populismo que recorre también a toda la región. De allí surgen figuras como las de Chávez, Lula, los Kirshner, Evo, Correa, etc. Se trató de un ciclo dorado para los gobiernos izquierdistas surgidos del Foro de Sao Paulo. Ese ciclo llegó a su fin y, a la vez, los gobernantes que se creyeron semidioses.
Chávez murió, Lula lucha desesperadamente por no ser acusado de las irregularidades que han llevado a la cárcel a muchos de sus ministros, Néstor Kirshner murió, Cristina Kirshner pasará a la historia como una mala perdedora, Dilma a punto de un impechment y ahora la derrota sufrida por el oficialismo en Venezuela.
El 6D lo que se vivió en Venezuela será recordado por la historia. Tratándose de una elección para el Parlamento, asombró una participación cercana al 75% del padrón electoral. Resultó también asombrosa la actitud pacífica de la población. Convencida de que había llegado el momento, salió masivamente a votar para expresar su deseo de cambio. La actitud violenta de algunos grupos vinculados oficialismo no llegó a manifestarse. Excepción hecha de un loco que pretendió lanzar una granada y que terminó inmolándose, no hubo mayores situaciones que lamentar. Los famosos ¨puntos rojos¨ desde los cuales el oficialismo había manipulado antes a los electores, tampoco se dejaron sentir.
Muchos creyeron que unas fuerzas armadas que todos creían rojas rojitas no iban a permitir la derrota gubernamental. Pero no, las FAN demostraron estar teñidas de otro color: de verde y demostraron su responsabilidad institucional por encima de cualquier cosa.
En el momento de escribir estas líneas, la MUD afirma tener 113 diputados. El CNE trata de abrir un espacio de negociación retrasando la entrega de algunos resultados. La razón es clave. Con 112 diputados se logran 2/3 partes del Congreso, lo cual abre espacios que pudieran ser definitivos al cambio. El oficialismo lucha por reducir el número de diputados de la oposición a 111, lo cual aún le garantizaría una mayoría de las 3/5 partes pero privaría a la MUD de la cifra mágica que le garantiza una ¨súper mayoría¨. Quizá cuando estas líneas aparezcan publicadas la situación ya se habrá dilucidado.
La comunidad internacional jugó un papel fundamental. Los invitados de la MUD, entre los cuales estaban varios expresidentes, hablaron con claridad y se transformaron en un obstáculo que se interpuso en el camino de un CNE acostumbrado a hacer de las suyas. UNASUR hasta el momento no ha dicho esta boca es mía. Se debate entre sus claras simpatías por el régimen venezolano y el desprestigio institucional en que se hundiría si aparece apoyando decisiones claramente ilegales como las de extender las votaciones más allá de las 6pm.
El gobierno está pegado contra las cuerdas. El propio presidente Maduro reconoció ayer la derrota. Pudo haberlo hecho con gallardía pero optó por seguir su costumbre de achacar a otros la culpa. Arremetió contra una supuesta ¨guerra económica¨ en la que ya nadie cree.
Hoy , muchos piensan que el gobierno recurrirá al expediente de aceptar pero no acatar. Que sencillamente neutralizará el triunfo de la MUD recurriendo a su estrategia de minimizar con maniobras su derrota. Eso fue lo que le vimos hacer frente a la pérdida de la Alcaldía Mayor a manos de Antonio Ledezma o lo que hicieron cuando perdieron la reforma constitucional a través de la cual pretendieron imponer una constitución socialista. En aquella oportunidad Chávez reconoció haber perdido, pero acto seguido advirtió que seguiría adelante con su proyecto ¨sin cambiarle ni una coma¨, cosa que hizo mediante algunas leyes habilitantes y el famoso y malhadado ¨Plan de la Patria¨.
Pero hoy en día las circunstancias son diferentes. Hablamos de una economía destruida por el dogmatismo y la ineficiencia oficial, de un petróleo que ronda más bien de la banda de los 30 dólares, de una popularidad desgastada y un mensaje que a todos fastidia, una comunidad internacional que por fin decidió prestarla atención a Venezuela, una inflación que empobrece a los venezolanos, una economía deprimida y una escasez apabullante que enardece a quienes día a día tienen que hacer interminables colas para tratar de conseguir productos que antes siempre abundaban en el país y una corrupción desmoralizadora que toca a los niveles más altos del gobierno.
En resumen, creo que todos los factores confluyen hacia un mismo objetivo. El momento del Socialismo del Siglo XXI ya pasó y la sociedad no querrá volver a saber nada del mismo en mucho tiempo. El país lo recordará como una pesadilla. La revolución ya no tiene quien la escuche.
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@josetorohardy