A pesar de la negativa a la observación internacional, del ventajismo y el abuso del régimen, en Venezuela el domingo 6 de diciembre sucedió un tsunami electoral. Una participación de más del 70% de los electores demostró el firme talante democrático del venezolano; donde la mayoría votó por un cambio y manifestó su deseo de cambiar el régimen, en paz y en democracia lo antes posible.
En la era de la informática en la cual nos encontramos, el cambio es la norma. Los programas de software y los equipos de hardware son mejorados integralmente cada uno o dos años, con nuevas aplicaciones, características y perfeccionamientos, escuchando las opiniones de los clientes y de acuerdo a investigaciones de las nuevas tecnologías. Creemos que en Venezuela debemos hacer lo mismo. Aprovechar este momento y esta oportunidad para iniciar un cambio integral de nuestra administración pública.
Aún cuando todavía no tenemos cifras oficiales definitivas, para la conformación de la nueva Asamblea Nacional, se habla de 113 diputados para la alternativa democrática y 54 para el oficialismo. La avalancha de votos y la alegría de la calle respaldan estas cifras y no podemos aceptar que sean menores; porque esto nos otorgaría la mayoría calificada necesaria para corregir muchas las aberrantes situaciones existentes. De manera inmediata, la AN podría dictar una Ley de Amnistía para la libertad de los presos políticos y el regreso de los exilados. Crear un poder judicial verdaderamente autónomo e independiente y cambiar a los magistrados del TSJ. Legislar sobre descentralización y reasignarle las facultades a estados y municipios. Iniciar las investigaciones para recuperar los recursos públicos robados y desaparecidos, estableciendo Tribunales de Responsabilidad Administrativa para exigir rendición de cuentas. Controlar al ejecutivo en relación con el uso de los dineros públicos y luchar contra el peculado. Y ejercer una influencia determinante en la reforma y funcionamiento de las demás ramas del poder nacional.
Esta victoria electoral de la alternativa democrática le ha causado una derrota electoral y también una derrota política al oficialismo. Un sistema corrupto y populista que convirtió a Venezuela como el segundo país más violento del mundo, destruyó su economía y llevó el hambre y la pobreza a un 76% (tres de cada cuatro) de los hogares venezolanos, con un 49% de pobreza extrema [“Encuesta Condiciones de Vida en Venezuela – Encovi 2015”, universidades Católica Andrés Bello (UCAB), Central de Venezuela (UCV) y Simón Bolívar (USB)].
Este cambio político debe lograr un cambio en la actitud y en la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros y de los organismos multilaterales. En los próximos días podremos ver mayor seguridad en nuestros instrumentos financieros, subida de precio de nuestros bonos y rebaja del riesgo país. Y deberíamos aprovechar esta circunstancia para iniciar un plan de reconstrucción nacional, como el que se desarrolló en Europa después de la II Guerra Mundial o en Estados Unidos después de la Gran Depresión, basado en obras de infraestructura, en crecimiento agrícola e industrial, en desarrollo turístico y en avance científico y tecnológico.
Hoy estamos iniciando un camino al futuro, después de 16 años de saqueo y destrucción, pendiente de la actitud que asuma Maduro y el ejecutivo nacional. En el caso de pretender gobernar con trabas, tratar de enfocar el gobierno para su conveniencia o si trata de gobernar por decreto usurpando la voluntad recién expresada; nos veremos obligados a buscar otros mecanismos para lograr una transición a la democracia y evitar así una posible guerra civil.
*Abogado
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