Se recurre a las mentirijillas, o mentiras para los niños, como recurso para la enseñanza de forma simplificada de temas técnicos o complejos. La intención no es engañar o mentir, sino facilitar la comprensión omitiendo ciertos detalles. Este recurso didáctico es muy usado en divulgación científica dirigida a un público lego. Los temas avanzados en cualquier rama de la ciencia son muy difíciles de entender sin el dominio de la jerga y de la metodología propia del área. Por ello se abusa de las metáforas, el eufemismo más común para reemplazar a mentiras intencionadas.
En rigor, el rigor exige no omitir ningún detalle. Para muchos expertos dichos detalles tienen una importancia capital. Pero en la comunicación científica se suelen olvidar sin rubor. Sobre todo porque incluir los detalles puede desviar la atención del receptor de la idea que se quiere transmitir. Como resultado mucha divulgación está plagada de mentirijillas. No nos ruboricemos. Mucha divulgación está plagada de grandes mentiras.