Si el año 2015 transcurrió dejando el sabor de haber sido el más largo de la historia de la república, primero por el deliberado retraso del régimen en ordenarle al CNE la convocatoria a elecciones parlamentarias y después por la incertidumbre de una suspensión en cualquier momento, sensación parecida dejaron también los 30 días que se sucedieron entre el 6 de diciembre el 5 de enero de 2016. Todo producto de un régimen que mintió, robo, persiguió, apresó, torturó y asesinó de múltiples formas fomentando la incertidumbre.
Aunque en los últimos 30 días fue esencialmente por el ambiente creado por las actuaciones pendencieras del régimen favoreciendo la duda sobre la posibilidad de que no se instalara la Asamblea Nacional como lo manda la Constitución Nacional.
Llegado el día y pese la tensión creada, la Asamblea Nacional se pudo instalar.
Un hecho sin mayores traumas allende las paredes del Capitolio, salvo el insólito cierre de unas 8 estaciones del Metro, la detención de los autobuses de la MUD en la autopista Caracas- La Guaira y Tazón, los malandrines encapuchados que ya no asustan a nadie, la foto de Chávez rumbo a destino incierto y la salvajada cobarde de unos “colectivos de paz” contra los reporteros de La Patilla.
Y muy desigual en materia parlamentaria aquende el Palacio Federal, con una fracción de “la patria” en estampida tras las payasadas de Carreño, Héctor Rodríguez cual “muchacho de mandado”, Cilia huyendo de los narcosobrinos, los gritos de Tania, la nada de Ortega, Diosdado chorreado ante los periodistas y la curda de Agüero, todos contrastando con la sobriedad y la altura de Omar Barboza, los aciertos de Luis Florido, la contundencia de Américo De Grazia, la decencia de Chávez, la firmeza y el estoicismo de Julio Borges y la cátedra parlamentaria de Ramos Allup. Esto se pone bueno…