Recibimos el 2016 con la certeza de que será el año del inicio del cambio social y económico de Venezuela. Seguros estamos también de que no será un ciclo exento de dificultades, pero confiamos plenamente en la vía constitucional como la manera expedita para sortear cada uno de los conflictos que se presenten.
Nuestra firme convicción en el renacimiento del país se fortaleció el pasado cinco de enero, cuando acompañamos a nuestros diputados carabobeños durante su arribo y posterior juramentación en la sede de la Asamblea Nacional.
En Caracas, exactamente en los alrededores del Parlamento Nacional, observamos a un pueblo expectante, interesado en su futuro y en el de la nación.
Dentro y fuera del hemiciclo no faltaron los saboteadores de oficio, cuya única intención era intentar empañar una jornada democrática, que es el resultado del triunfo histórico de la mayoría de los ciudadanos que se expresaron el pasado seis de diciembre.
La tarea de Henry Ramos Allup no será fácil, sin embargo, su experiencia en estas lides lo avala, importante también será la labor de Julio Borges como jefe de fracción de la unidad y el desempeño de diputados de trayectoria como Berrizbeitia y los jóvenes debutantes por Carabobo.
Así como sucedió con la elección de la nueva directiva del parlamento, esperamos que en la fracción mayoritaria la unificación de criterios continúe prevaleciendo.
Es imperante cumplir con los objetivos planteados ante los venezolanos: legislar sobre una agenda social, la reactivación económica del país, la descentralización, la ley de amnistía y los cambios políticos por la ruta constitucional.
Es el momento de demostrar que el cambio para la reconstrucción del país no era una simple oferta electoral, sino un compromiso que ya comenzamos a cumplir, en principio enfrentando las escaramuzas de un Gobierno Nacional que se resiste a aceptar la voluntad del pueblo.
¡En Carabobo y en la AN la esperanza se siente!