La creciente incertidumbre social, económica y política, exige de nosotros, una alta dosis de humildad. Humildad para reconocer que el territorio ha cambiado significativamente en los últimos años, y que necesitamos con urgencia nuevos mapas que nos permitan explorar el futuro. Debemos reflexionar sobre nuestros modelos mentales para adentrarnos en el mundo emergente de las ciencias de la complejidad y la incertidumbre.
Necesitamos dejar de fantasear acerca de lo que “debería o no debería” hacer el gobierno, o el estado, o la autoridad, para dedicarnos seriamente a explorar la realidad de todo el caos que implica la crisis sin precedentes que vive actualmente Venezuela.
El primer paso es abrir la mente. Pensar en la posibilidad de comprender el nuevo contexto no depende de la claridad de ciertos hechos, ni de la cantidad de información que tengamos, sino que depende, hoy más que nunca, de nuestra capacidad para proponer nuevas perspectivas de la realidad, integrar nuevas experiencias y desarrollar nuevas formas de reflexión colectiva.
Tal y como lo explica el filósofo y matemático libanés Nassim Taleb en su obra “El Cisne Negro”, nos encontramos en un mundo nuevo, dominado por lo desconocido y lo imprevisible. Nos hallamos frente a un futuro emergente, en donde todos seremos parte del problema y de la solución, y en el que, para abordar los nuevos retos, deberemos asumir que: “lo que no sabemos es más importante de lo que sabemos…“ y que la “ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia…”
No podemos seguir poniendo el foco en la ciencia de los conocimientos ciertos, en los obvios y las creencias, omitiendo y desconociendo sus limitaciones y riesgos, en vez de asumir lo que nos plantea la ciencia de la complejidad y lo incierto. Y esto nos obliga a plantearnos la interrogante que señala el investigador de la complejidad Ralph Stacey:
¿Cómo tomar las decisiones adecuadas en el nuevo entorno cuando el proceso racional no puede ser aplicado, y las técnicas analíticas se muestran incapaces de establecer la dirección futura?
Es por ello que antes de entrar en materia, los invito a dejar de lado los esquemas y prejuicios tradicionales, y a aventurarse en el territorio del pensamiento de la complejidad, en donde la estabilidad será la excepción, en un entorno estructuralmente inestable.
Tanto para individuos como empresas, sobrevivir y ser competitivos ante la incertidumbre supone ante todo, capacidad para enfrentarse a los cambios. Esto implica que nuestras acciones tendrán que ser extremadamente ágiles, capaces de innovar y de adaptarse a un entorno complejo y estructuralmente inestable. Nuestras organizaciones deberán ser organizaciones más abiertas, sin tantas fronteras funcionales, transparentes en su gestión y capaces de co-crear. Organizaciones en definitiva, donde el liderazgo y la innovación, serán un trabajo de todos, y no el de unos pocos privilegiados situados en lo alto de la pirámide organizativa.
La arrogancia frente a los hechos
Pongamos de manifiesto lo expresado, aplicándolo a hechos de estos días de agitado inicio de año.
Después de 17 años de la llegada al poder de la revolución bolivariana, se mantiene el preconcepto colectivo de la improvisación del gobierno y en especial del socialismo del siglo XXI por parte de una buena porción de la sociedad venezolana. Y un muy actual, y buen ejemplo de esto, lo encontramos en la reciente designación del Ministro Luis Salas, como ministro de economía productiva y vicepresidente del área económica, la cual para decirlo coloquialmente “levantó mucho polvo”. Mucho más del que ha debido levantar por otro lado, el anuncio de solicitud de una emergencia constitucional económica (modalidad de estado de excepción prevista en la CRBV, art. 338) el cual tampoco obedece a improvisación ni a simbolismo, y mucho menos a una medida desesperada (patadas de ahogado) por la elección de los 112 diputados, muy por el contrario, y tal como el propio Maduro lo indicó en la alocución del cuartel de la montaña del día 7 de enero, tienen meses trabajando en ella.
De hecho, estas decisiones del gobierno obedecen a una línea de pensamiento que no es de meses, sino que antecede a la misma llegada al poder del chavismo, y corresponde a la construcción de los objetivos de la Agenda Alternativa Bolivariana¹ (AAB) de 1996, diseñada para ser ejecutada en un plazo de 20 años, una vez llegado al poder Hugo Chávez Frías en 1998.
De allí que la línea de pensamiento del nuevo ministro Luis Salas, que pareciera a simple vista improvisada, viene soportada por 17 años de cambios jurídicos que han venido desarrollando una estructura sistémica compleja (a manera de una telaraña) interconectada con cinco “ejes” o “frentes de acción”.
Ahora bien, este nuevo orden jurídico, se presenta en apariencia como un desorden más o menos caótico, y esta impresión tampoco es accidental o involuntaria, sino que busca lograr dos efectos de distracción en la percepción: primero, el efecto de hacer creer que son medidas improvisadas e inconexas, incluso contradictorias, y segundo, esconder la verdadera arquitectura subyacente, la cual sólo aflora con claridad, cuando las leyes se mapean de forma cronológica, en cada uno de los 5 ejes, lo cual permite visualizar la elaborada obra de la Comisión Central de Planificación, el verdadero cerebro de la revolución.
Es por esta razón que la autora del presente informe juzga muy preocupante, la permanente subestimación y burla con que las elites mediáticas, intelectuales, políticas, empresariales, gremiales y hasta académicas, reciben cualquier anuncio, medida, ley o normativa que emana del actual ejecutivo, hasta el extremo de que a pesar que los arquitectos y actores del Proyecto Simón Bolívar, exponen y difunden constantemente sus planes y sus acciones ante la opinión pública, esta a duras penas reseña o valora estos actos debidamente, cuando no se entera de los mismos, o los ignora olímpicamente, arrogancia conductual insensata cuando no suicida, que le está facilitando la tarea a los actores del socialismo bolivariano del siglo XXI para avanzar, sin encontrar mayor resistencia por parte de quienes precisamente deberían ser los primeros en oponer, una enérgica y tenaz reacción.
Según el ya mencionado Nassim Taleb, nuestro cerebro se encuentra perfectamente preparado para ofrecer explicaciones de cualquier cosa, pero es incapaz de representar aquello que es altamente improbable, lo que hace que nuestras decisiones sobreestimen siempre nuestra capacidad para acertar, pero infravaloren nuestra capacidad de error. Esto es precisamente según Taleb, lo que le sucede a los “expertos”: un “experto”, es aquella persona que usualmente se equivoca cuando predice algo, pero lo explica a las mil maravillas y de tal forma, que siempre tiene algún argumento para explicar su equivocación. La tendencia humana es a atribuirnos la autoría de los aciertos pero atribuir a otros, o al medio, la responsabilidad de nuestros errores.
No sigamos tercamente empeñados en aplicar, sobre un territorio nuevo y volátil, herramientas pensadas para la planificación y el control en ambientes de certeza y predictibilidad, cuando lo que se nos vendrá encima, será un cambio de época donde la incertidumbre y los cambios de paradigma serán los que predominen.
Con este artículo daremos inicio a una serie que pretende recolocar la percepción y el pensamiento convencional que se tiene del proyecto chavista y su ejecutoria, más allá del área del prejuicio y el menosprecio en donde se le tiene confinado, con el fin de poder abordar el indispensable análisis que se debe hacer de la crisis actual, desde una perspectiva mucho más equilibrada y abierta, y capaz a su vez de lidiar con niveles de incertidumbre y desorden crecientes, que no pueden ser estudiados o evaluados con métodos tradicionales.
¹ http://www.imprentanacional.gob.ve/web/libros/libros/Libro-Rojo-11-2-14-fs-web.pdf
² http://www.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2011/03/Proyecto-Nacional-Sim%C3%B3n-Bol%C3%ADvar.pdf
Aura Marina Palermo
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