“La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza”, expresaba el poeta francés Charles Baudelaire. Y es que en algunos de los almacenes de cadenas privadas y reconocidos por los ciudadanos, en la ciudad de San Cristóbal, se observaron escasas colas, a mediados de una mañana del fin de semana, lo que originó sorpresa en algunos transeúntes.
Sin embargo, la suspicacia, generada por esta “sorpresa”, sedujo al equipo de Diario La Nación a recorrer algunos comercios de la localidad, a fin de constatar lo que pocos sancristobalenses en la calle comentaban.
El primer local donde no se percibió, a las 10 de la mañana, el tumulto de personas en busca de productos básicos, se ubica en la parte alta de la ciudad, en el cual, en diversas ocasiones, suele observarse en el estacionamiento del mismo a los consumidores bajo el fuerte sol y en ocasiones la lluvia.
—No conseguí casi nada; solamente harina (…) la gente sabe que no hay productos; porque si hubieran ¿se imagina como estuviera la cola?, expresa Fanny Arias, habitante de la ciudad, que dispuso parte de su tiempo libre a localizar productos de primera necesidad.
En otro de los comercios visitados, el sancristobalense José Carrero expresó la odisea que implicó el lograr hallar algunos frutos al valor decretado, para no optar por el llamado “bachaqueo”: “Desde las 5 de la mañana ando caminando por todos los supermercados (…) en uno conseguimos dos kilos de arroz; en otro, dos más. Estamos viendo que tenemos que caminar todo para poder conseguir los productos (…) aunque muy pocos”.Y se evidenció la carencia de varios de los principales frutos regulados, puesto que adornaban los anaqueles gran cantidad de artículos excluidos de la expresa regulación, promulgada por el Gobierno nacional.
No obstante, en el recorrido por el fluido tráfico de esa mañana, se observó que en cadenas administradas por el Gobierno se consagraba, bajo el picante sol mañanero, un sinnúmero de individuos, en afán de adquirir estos alimentos a los montos consensuados por el Estado.
También, arrullando a su hijo, Carolina exclama que “es duro conseguir la leche y los pañales de los niños; hay momentos en que he hecho cola y no he alcanzado la leche ni pañales. Hoy espero conseguir, aunque sea la leche para él”; y, manifiesta, en ocasiones ha debido abastecerse de los apodados “bachaqueros”, que le dispensan lo necesitado a un costo sumamente mayor.
Por tanto, se resolvió que la poca presencia de cola en los comercios visitados a esa hora del viernes 8 de enero, se debió a la carencia de los bienes de mayor demanda.
Otro comprador, que prefirió no identificarse, resuelve que la expuesta carestía se deba a la posibilidad de que algunas de las empresas productoras aún gozan de las vacaciones colectivas.
(Gabriel Vivas)