El gran epicentro de toda esta violencia, es nuestra ciudad capital, que según el Observatorio Venezolano de Violencia, alcanzó en 2015 la lamentable tasa histórica de 90 fallecidos por cada 100 mil habitantes. Frente a esta tragedia, que sólo es comparable con los escenarios que se viven en las guerras, las maras de Centro América y la Sinaloa o la Medellín del Chapo y Pablo Escobar, la respuesta de Jorge Rodríguez, es destinar la marginal cifra del el 0,1% del presupuesto 2016 de la Alcaldía, en Seguridad Ciudadana.
Lo que para Jorge Rodríguez pareciera ser simples cifras, 146 funcionarios policiales, 272 menores de edad y 137 mujeres asesinados en 2015; para nosotros son familias llenas de dolor, son niños cuyos padres fueron arrebatados por la ausencia del estado, son sonrisas borradas por balas y son heridas profundas en el corazón de nuestro país, que probablemente nunca sanen por completo.
Pero la verdadera razón, por la cual Jorge Rodríguez no se ocupa de esta prioridad para el país, es que aquellos que andan en camionetas blindadas y en caravanas de escoltas, no tienen posibilidades de entender el miedo que se siente al caminar por las calles de nuestra Caracas, la que dejó de ser la sucursal del cielo y se transformó en la ciudad de la furia. Recuperar fachadas, cumplir con las festividades y promover la cultura son cosas importantes y respetables, en especial en una gestión de ciudad que viva el progreso, pero en nuestra ciudad la prioridad debe ser la vida de los caraqueños.
El 6 de diciembre, los venezolanos dieron un mensaje claro, el país quiere un cambio de rumbo económico, quiere seguridad y por sobre todas las cosas quiere dejar la división entre nuestra gente. Nosotros entendimos el mensaje y haremos todo lo que esté en nuestras manos para lograrlo, pero necesitamos de todos nuestros vecinos de Caracas, para hacerle entender al derrotado jefe de campaña del PSUV, si no lo acepta organizarnos y por la vía democrática ir hacía la construcción de una Caracas de prosperidad.