El usurpador se rio. No estaba escuchando ni las sandeces, ni las groserías, ni menos los decretos expropiatorios del difunto, que obligaban a la audiencia cautiva de quienes querían mantener los cargos que desempeñaban no solo a reír, sino a corear la aberrante frase “así es que se gobierna”.
Ahora, ocupando él la más alta posición en la estructura de poder no tiene por qué reír lo que digan terceros, puesto que la conservación de su cargo es consecuencia de las normas constitucionales y legales que así lo disponen. No tiene por qué temer ser destituido, puesto que él es ahora quien puede hacerlo, aunque su legitimidad sea cuestionable.
Sin embargo, el usurpador ríe ante las cámaras la aberrante descripción de cómo se perpetra un asesinato: “aquí a quien se rinde un pepazo en la cabeza por detrás, pin”. La exclamación simula el ruido del disparo y un gesto de la mano, simula la presión para accionar el gatillo del arma de fuego con un movimiento del dedo índice. El usurpador da consejos paternales a quien describe la acción homicida: “no seas loco vale, estamos en vivo”.
La risa por lo tanto es con “su vale”. ¿Qué le quiso decir? ¿Cuéntamelo en privado cuando nadie nos oiga? O, tienes que aprender a medirte porque, de acuerdo con el tsj, esto que dices es “un hecho público comunicacional”, que puede exponerte.
Mi mente aún no puede jerarquizar las dos acciones del usurpador para establecer dentro de mí, que es peor, si la risa o el alerta. Hay en ambas un sustrato de complementariedad, que hasta puede decirse que las dos son una única acción que se manifiesta de una manera doble, con la risa de modo solidario, con el alerta en modo de complicidad.
El usurpador asume esa actitud cuando se anuncia como uno de los logros alcanzados por Venezuela en el año 2015, haber desplazado del primer puesto a Honduras, como el país en el cual se cometen más asesinatos. Fue una ardua labor desplegada durante estos 17 años. No la pudo alcanzar, a pesar de sus enormes esfuerzos el difunto inmortal, pero sí su sucesor. Sin embargo, el mérito desde luego no es suyo solamente, es compartido; así como el de llevar a Venezuela al primer lugar en adolescentes embarazadas.
Viva la revolución y viva también la involución a la que someten al país.
Caracas, 12 de enero de 2016