El escolta Kobe Bryant tiene en su haber un sin fin de premios individuales, incluido el de MVP, cinco títulos de liga, y dos medallas de oro olímpicas, pero la hazaña deportiva que más feliz lo dejó fue el haber conseguido en una sola noche la marca de los 81 puntos.
EFE
Eso sucedió hace 10 años, ante los Raptors de Toronto, en el Staples Center, y el hito deportivo justificó para siempre su filosofía y compromiso que en cada partido tenía que dar el máximo y buscar la victoria además de intentar ser el mejor de su generación.
Su partido perfecto le permitió anotar 14 puntos en el primer cuarto, 12 en el segundo, 27 en el tercero y 28 en el cuarto, sin que los Raptors pudiesen hacer nada por evitarlo, entre otras cosas porque no creían que fuese capaz de lograr esa hazaña deportiva.
Pero para Bryant pocas cosas se le han resistido como profesional y su marca individual es la segunda mejor en la historia de la NBA después de los 100 puntos que anotó Wilt Chambelain en 1962.
Ellos dos han sido los únicos en los últimos 60 años de historia de la NBA que ha podido vivir esas noches mágicas, perfectas, y únicas para un profesional de la canasta, cuando lograron hazañas que se escapan de lo meramente racional, pero que a la vez son la máxima expresión de lo que debe ser el esfuerzo del deportista entregado por completo a su profesión.
“Tengo que reconocer que me marcó porque estaba en la mitad de mi carrera profesional y me di cuenta que había alcanzado un gran nivel con mi juego por lo que cada noche era algo especial, disfrutaba al máximo lo que hacía en la pista”, admite Bryant al comentar sobre la hazaña deportiva. “No me ponía límites a lo que podía hacer en el campo”.
Bryant admite que fue la culminación de todos los sueños que había tenido siempre de niño, de ser estrella de la NBA, de destacar sobre todos y hacer algo grande en el plano individual.
“El anotar puntos es algo que siempre satisface al jugador, pero si logras muchos es algo especial, que no se puede explicar, pero tengo que reconocer que se trata de algo místico, que te envuelve y aquella noche fue maravillosa”, subraya Bryant ante los periodistas. “La he recordado muchas, muchas veces en mi vida, lo mismo que antes del partido me había comido sólo una hamburguesa con patatas fritas y la pizza que había sobrado del cumpleaños de mi hija de la noche anterior”.
Bryant también vivía momentos especiales en el ámbito personal y familiar como había sido la celebración del tercer cumpleaños de su hija mayor la noche anterior a la del 22 de enero del 2006, a la que luego tuvo en brazos al concluir el partido y a la que le dedicó lo conseguido de manera especial.
“Ese hecho pone aun más en perspectiva la realidad que vivo en estos momentos, que ha llegado la hora del adiós, mi hija ya es toda una adolescente y eso significa que a mi también me ha llegado la hora de estar mucho más tiempo a su lado para darle mi apoyo como entonces mis piernas me lo dieron a mi para lograr la hazaña”, valora Bryant.
Recuerdo especial tiene Bryant también de la gran noche encestadora hacia su excompañero el alero Lamar Odom, que fue el único que le dijo que estaba cerca de hacer historia, algo que no le impidió seguir concentrado e inspirado el resto del partido.
Bryant reconoce que la repercusión que tuvo su hazaña deportiva hizo que se convirtiese en el ídolo de muchos niños y jóvenes como para él lo había sido Michael Jordan, al que siempre quiso imitar y seguir en todos los aspectos.
“Quizás eso fue otros de los aspectos que más me llenó de satisfacción con relación a los 81 puntos anotados, que mi logró e imagen iba a servir de algo positivo para una generación de jóvenes que deseasen llegar al deporte del baloncesto profesional”, subrayó Bryant.
Precisamente, entre esos jóvenes hay ahora figuras ya dentro de la NBA como el base Stephen Curry, Kevin Durant, Russell Westbrook, James Harden y Paul George, entre otros, que han cogido el testigo dejado por Bryant y que desean seguir su ejemplo en busca de esa noche perfecta encestadora.
Algo que el propio Bryant considera que alguno de ellos pueden conseguir si se lo proponen porque en definitiva dentro del deporte del baloncesto si hay imaginación y deseos de hacer grandes cosas puede lograrlo.
“El mensaje que siempre les he dado a las nuevas generaciones es que todo se puede alcanzar dentro del baloncesto y la fórmula no es mágica sino que sólo se tiene que salir al campo, jugar, soñar y creer para que noches como la que viví se hagan realidad”, reafirma Bryant. “Tengo que admitir que siempre pensé que podría tener una noche muy especial”.