Si ponemos todo bajo un cálculo electoral podríamos ver cientos de tesis sobre cómo administrar la victoria del 6D. Algunos apuestan a algo gradual, lo menos conflictivo posible, con paciencia, poco a poco, apostando al tiempo de un Dios en que algunos creen pero otros no.
Cualquier burócrata desconectado con tu realidad desde su oficina puede decirte que tengas paciencia. Él podría sacar sus cálculos del tiempo de Dios en base a votos, y decirte que sí, que Dios está con toda Venezuela y que va a rezar por ti y por todos los venezolanos.
Pues no.
¿Acaso el tiempo de Dios es perfecto para los padres que no pueden alimentar a sus hijos por el desabastecimiento? ¿Es perfecto para las miles de familia enlutadas por la violencia del país que esperan justicia? ¿Para los jóvenes que ven que no importa cuánto trabajen de igual manera jamás tendrán vivienda o vehículo propio? ¿Es perfecto acaso para los enfermos de cáncer sin medicamentos? ¿A los que van a ser asesinados en las calles de Venezuela en los días venideros con total impunidad? ¿A los jóvenes presos y torturados por manifestar su opinión? ¿A todos ellos les vamos a pedir paciencia?
Entendamos esto: el drama venezolano trasciende en creces lo electoral. El chavismo en el poder se puede medir en base al costo que ocasiona en vidas humanas. Ahí está la urgencia del cambio político, es una urgencia ética y humanitaria.
No te dejes contagiar con esa mezcla entre teología y política, quienes te piden paciencia y calma y te llaman radical por exigir un cambio de Gobierno no sufren lo que tú sufres, no entienden la angustia que vives cada día en el país.
Por todos los venezolanos que mueren cada hora, por todos los que hemos sufrido y seguiremos sufriendo la existencia de esta mafia criminal que usurpa los poderes del Estado en Venezuela es que debemos acordar en el menor tiempo posible el camino Constitucional que escogeremos para sacarlos y así, al menos contener un poco, el hambre, la sangre, las lágrimas y la devastación que siguen dejando estos delincuentes a su paso.
El 23 de Enero no fue una gesta militar, fue un levantamiento civil en contra de la tiranía y a favor de la libertad. El 23 de Enero tampoco fue obra celestial, fue obra de venezolanos como nosotros, como tú y como yo, de carne y hueso, y que donde sea que nos encontremos tenemos la responsabilidad intransferible de continuar esta dolorosa pero necesaria lucha para que esta nueva dictadura sea derrocada pacíficamente lo antes posible. Ya conquistamos la AN, no podemos detenernos.
La tiranía no le teme a Dios, te teme a ti.
@RafaelOlavarria