“Sin la absoluta confianza en sí mismo, uno está destinado al fracaso.”Charles Chaplin
Más temprano que tarde, este régimen será un mal recuerdo, una pésima referencia de gobernabilidad y no menos deleznable modelo de antidesarrollo. Que los ministros del área económica se hayan negado a ir al parlamento nacional hace más evidente lo que todos sabemos, el desafuero con que vienen gobernando desde hace 17 años, sólo que ahora tienen miedo de quedar más al descubierto con interpelaciones públicas, menos si son sobre el tema económico y ante José Guerra, a quien difícilmente podrán meterle cuento en esa materia.
La interpelación a cualquier funcionario de este gobierno, vendría a cubrir una formalidad innecesaria ante la realidad abrumadora que impulso el rechazo del Decreto de Emergencia Económica. Una realidad que obliga a la mayoría opositora a actuar y no distraerse cayendo en el juego de los estrategas del régimen, eso sería defraudar la confianza en un cambio que exige reforma a la propia constitución de ser necesario y la nueva Asamblea Nacional podría hacerlo, obviamente el secuestro del resto de los poderes por parte del Ejecutivo Nacional sería el principal escollo a superar, pero a la vez el aliciente cardinal para hacer entrar en cintura al gobierno, por no decir, para terminar de sacar a este gobierno, para despecho de Aristóbulo en su función de esgrimir argumentos lastimeros procurando recobrar, mejor dicho, manipular un respaldo popular esquivo entre la escases, la inflación, la inseguridad y ahora la desfachatez de no rendirle cuentas públicamente al país.
El padre Luis María Olaso, uno de los mejores juristas que he conocido, ante incrédulos y creyentes insistía en que el mayor logro del Diablo era hacer creer que no existe. Algo similar estaría haciendo Nicolás con su negrito de compañía, a modo de paga peo, al pretender presentar a Henry Ramos Allup como el malo de la película, comenzando por presentarlo como el Diablo que rechazó la mal llamada solución a la coyuntura económica que el FMI vaticina como una debacle que amenaza con llevarnos a una hambruna sin precedentes en el país, en caso de no aplicarse los correctivos que José Guerra pide para el modelo equivocado que despilfarro el dinero de los venezolanos, lo mismo pide Julio Borges diciendo que el gobierno debe apretarse el cinturón. Estoy en la Plaza Bolívar de Caracas y siendo las 9 de la mañana de este sábado 23 de enero, no veo a nadie que venga a defender el Decreto de Emergencia Económica, salvo los agitadores que tienen más de un mes instalados aquí donde recibieron el año nuevo, quiere decir que nadie atendió el llamado de Diosdado Cabello, un propósito traído por los pelos, revelador de una confrontación que solo serviría para mantenerse en la palestra pública pero sin admitir que hay bachaqueo y acaparamiento porque hay escasez.
Vaya contrariedad, el gobierno más farandulero en la historia del país, el que más shows ha montado, consumando esa conducta faramallera con el reality show de la muerte pospuesta de Hugo, evade una interpelación pública, la razón es sencilla, temen caerse ante el país como se caería un niño cuando lo encuentran agarrando unas chucherías que no son suyas, cuando lo encuentran rompiendo juguetes de otros niños por maldad, la comparación pareciera fútil, pero es real. Este gobierno ha actuado con ingenuidad de niños, pero con la perversidad de quien solo busca saciar sus apetencias personales en la dilapidación de la hacienda pública, si consideran que no es así, soló pregúntenle a Nelson Merentes por el robo de divisas extranjeras ocurrido en su casa de playa por consentir a una jovencita reconstruida a su gusto.
El temor de este gobierno no es a los demonios opositores que llegaron a la Asamblea Nacional, desplazando a su Diosdado del olimpo, no, el temor de ello es a exhibir aún más la incapacidad que han mostrado en funciones de gobierno. Los ministros no fueron a la Asamblea Nacional porque los estrategas del régimen se aterraron de verlos balbuceando, por más que intentaron prepararlos para la ocasión, fallaron en su cometido, el sobrino de mi tío Rafael Salas fue el primero en abandonar, supuestamente por salir a buscar loperan. Temor a que José Guerra, quien se ha batido defendiendo sus posiciones en economía en universidades como la de Harward, los raspara, como en efecto los raspó tan solo echarle una miradita al mentado Decreto de Emergencia Económica, y quien para evitar que el rídiculo fuera mayor, se limitó a decir que no existen condiciones para aprobar el decreto.
Parafraseando a Chaplin, quien dijo “La vida es una obra de teatro que no permite ensayos… Vie intensamente… Antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.”, nuestros gobernantes han vivido impunemente y ahora quieren aplausos.
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