Leocenis García: Yo sí sé, Presidente

Leocenis García: Yo sí sé, Presidente

Sonriente el señor del “Mazo”?, torta y aplauso de por medio, saluda al causahabiente de Globovisión. Convertido en una suerte de mago con el poder de hacer y deshacer, de pilar y destilar convierte en “doctor” a quien todos tenemos por criminal.

El “Mazo” se ablanda ante el hombre cuyo pañuelo y traje, lejos están de ser confeccionados por los hilos de Oscar de la Renta; antes bien, su sastre -por lo menos el principal- es el dinero especulado con dólar paralelo amparado en la complicidad de la honorable Fiscalía convertida en cajero automático al servicio de la podredumbre.

Piden un favor, al diputado Amoroso que prontamente se concede. Así de tanto en tanto, son estos los amigos del régimen a quienes sirven mientras, eso sí, éste parece invencible.

Pero cambian las cosas electoralmente y ahora sí, es momento de que las ratas abandonen la embarcación. Media, puntualizar a riego de ser irrespetuoso, señor Presidente: esas ratas aun cuando salten del barco, son sus ratas, no nuestras.

Es el dueño de Globovisión, amigo de su hijastro señor Presidente de cuyo poder se ufana y usa para torcer el brazo de la justicia y perseguir a sus disidentes, el cronista el primero. Es el dueño de Globovisión, amigo del jefe de la Sala Penal, el señor Maikel Moreno de donde surgen los favores para favorecer sus intereses.

Así que usted dice, señor Presidente, que no sabe quiénes son los dueños de Globovisión, pero yo pudiera resumir con una cancioncita de moda en los mítines que convocaba el Presidente Chávez: «Aquí están, esos son, los que roban la nación».

Ahora bien, y en eso tiene usted razón, le han traicionado a usted y su Gobierno. Dante Alighieri ubica a los traidores en el último círculo del infierno, ya que considera a la traición como el peor pecado de todos.

La razón es que, a diferencia de otro tipo de crímenes, para traicionar primero hay que ganarse la confianza y el afecto de la víctima. Se ganaron el suyo ¿Sino cómo aprobaron que los Zuloaga (que tanto criticaron la corrupción) tomarán ochenta millones de dólares que todos sabíamos venían de la corrupción al amparo del Teniente Alejandro Andrade?

Pero lo comprendo Presidente, porque ahora cuando usted parece a las puertas del sepulcro político, lo dejan solo. Los mismos que se hicieron sangre las manos aplaudiendo su ascensión al poder, ahora intentan dejarlo solo en esta hora trágica para su gobierno.

Pena usted, señor Presidente, haciendo un conteo de sus amigos: ¿tú te vas, Globovisión? ¿Y el mazo se va? ¿Y el Kalifa de Aragua? Todos se esconden Presidente.

Me viene a la mente Julio Cesar tirado en el suelo, envuelto en sangre y con la muerte a medio talón diciendo: “¡Tú también, Brutus!” en medio de la emboscada que los senadores romanos le habían preparado, lamentó que su hijo Brutus se encontrara entre los conspiradores.

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