Tenemos 17 años viviendo en la conclusión de un modelo político fracasado que nos puso a los venezolanos a vivir en una de las mayores crisis en la historia de nuestra patria.
Venezuela comenzó a transitar la dramática ruta del desastre que hoy nos golpea con cruda realidad y brutal contundencia. Diecisiete años de malos manejos, políticas erradas, gerencia caprichosa, enaltecimiento de la mediocridad, populismo sin medida, financiamiento para la exportación de un proyecto político caduco dispendiando por la vía del regalo a “países amigos” las riquezas de nuestra patria,a la sombra de la mayor bonanza petrolera de nuestra historia, la suma que arroja los resultados catastróficos que hoy padecemos los venezolanos.
Casi dos billones de dolares solo de la renta petrolera se despilfarraron en proyectos e ideas descabelladas y regalos a otros países. A la voz de “expropiese!” fueron cayendo una a una, fabricas, industrias, fincas productivas, torrefactoras del café, centrales azucareras. El nepotismo, el compadrazgo y la corrupción fueron sustituyendo a nuestros gerentes y profesionales por comisarios políticos escogidos a dedo para ocupar puestos claves, para los que no estaban preparados, en de las industrias del estado y aquellas que fueron confiscadas quebrando a unas y saqueando vilmente a las otras al punto de que en nuestro país se dejo de producir hasta lo mas elemental para la subsistencia de sus habitantes.
Sin producción, la agricultura y la manufactura migraron a los puertos del país. Aquí se importa desde un alfiler hasta la carne que llega a nuestras mesas, cuando llega. La caída abrupta de los precios del petroleo deja a la nación sin las divisas necesarias para pagar en el exterior lo que ya no se produce en nuestro suelo y entonces la escasez acorrala y ahorca sin distinción de ningún tipo a todos los venezolanos. Es simple, no hace falta ser economista para saber que cuando la demanda es mayor que la oferta, los precios se disparan, haciendo inalcanzable lo poco que se consigue, y si aunado a esto se exprime a los pocos que aun luchan para producir en esta tierra con controles y mas controles, pues nace algo que históricamente se ha conocido como mercado negro y que en estos tiempos en ese afán de cambiar de nombre todo le dio por llamar “bachaqueo”.
Podríamos estar horas y llenar resmas de papel haciendo listas de los errores cometidos por este gobierno en las políticas para regir los diferentes ámbitos de competencia en el país, pero lo cierto es que la cosa esta fea y pinta peor y desde el Gobierno Nacional, que es el único responsable de esta critica situación, política, económica y social que sufrimos y padecemos los venezolanos no pareciera querer dar la mas mínima muestra de voluntad política para rectificar y encaminar al país hacia nuevos derroteros de paz, bienestar y prosperidad, llamando al concurso de todos para el trabajo como si de uno solo nos tratásemos. La culpa no es del imperio, ni de la cuarta que ya hace 17 años dejo de existir, ni de la guerra económica ni de los pelucones. Aquí hay un gobierno que tiene 17 años en ejercicio, con todos los poderes a su servicio y con la mayor cantidad de dinero que jamas habían percibido juntos todos sus predecesores y tienen que responder ante el pueblo que los eligió porque lo han defraudado.
Los problemas de nuestro país no se resuelven nombrando estados mayores, ni cambiándole el nombre a las instituciones ni creando ministerios sin cartera ni viceministerios a granel. Aquí hay que dialogar, llegar a acuerdos y ponerse a trabajar con las ideas claras de hacia donde queremos ir los venezolanos. Y los venezolanos queremos vivir bien, queremos tener comida y que el dinero nos alcance para comprarla, queremos tener medicinas para tratar nuestras dolencias, queremos seguridad y que no nos maten en las calles por motivos tan banales como un par de zapatos o un teléfono, queremos ser propietarios de lo que podamos comprar según nuestras posibilidades, queremos que nuestro hijos estudien, se formen y se queden en Venezuela porque son sabedores de que adentro de nuestras fronteras tienen un futuro prometedor.