Javier Cercas remata preguntando y reflexionando, con cierto estupor, si el autor de los artículos no matará, finalmente, al novelista. Pero esta vez, VLl parece rendirse, y acepta que al articulista lo domina lo racional. Es aquí donde creo que se equivoca don Mario; pues desde hace un tiempo a esta parte, dedicado a escribir artículos con cierta regularidad y entusiasmo, tengo la impresión de que el narrador y el articulista, cuando se trata de la misma persona, debe ser igualmente ambiguo. De no serlo, estaríamos invadiendo la racionalidad del politólogo, del economista, del historiador, por mencionar algunos.
El articulista debe ser, pues, igual de enigmático, insisto. Lo importante es que siembre dudas en las ideas que rechaza o promueve. Lo fundamental es no apoyar facciones sino principios. Principios siempre en construcción, nunca convertirlos en hipoteca. Lo contrario sería fusilar al escritor, al narrador. Como bien dice Cercas: lo que un autor aspira a decir debe hacerlo en sus narraciones.
Pienso que el artículo de un narrador deber ser una conexión entre la ficción (que lee o escribe) y algún «principio» o «idea» relevante de observar por él. No un esquema de predicador acalorado. Y cierro con esta cita del texto de Vila-Matas que les referí: «A quienes no creen en la eficacia en el plano político de las novelas de Kafka habría que recordarles que sus obras estuvieron prohibidas muchos años en la Europa del Este, y eso que parecía hablar sólo de sus problemas con su padre. Y es que, como decía Iván Klíma, aquel creador que sabe reflejar sus experiencias más íntimas de un modo profundo y auténtico también alcanza la esfera suprapersonal o social. Dicho de otro modo, los sistemas políticos van sucediéndose, pero la literatura puede ir más allá sin renunciar a los problemas de su tiempo».
Puede que muchos narradores no estén de acuerdo con estas líneas. Y lo más probable es que, al ser publicadas, yo esté ya diciendo todo lo contrario. Toda teoría es volátil por naturaleza. Lo mejor que podemos hacer es, entonces, abrazar nuestras contradicciones sin ruborizarnos. Esa sería la mejor opinión para un narrador, aunque no la más clara, por supuesto.
@EldoctorNo