No señores chavistas, el modelo tuvo síntomas de paro a finales de los años sesenta y solo la burbuja petrolera de los setenta le hizo creer a los vagos de la política que podían transformar todo un país con una riqueza que era transitoria. No señores chavistas, ese modelo terminó con muertos en las calles y una pobreza extrema los mismos años en que nacieron diputados como Freddy Guevara (1986) o Miguel Pizarro (1988). No se agotó hoy, no mientan, porque ustedes fueron los culpables de volver a vender la ilusión de que no hay que trabajar, ni producir cuando inventaron el subdesarrollado eslogan: “Ahora PDVSA es de todos” y hoy con la quiebra técnica de esa empresa y del país entero, pretenden esconder su responsabilidad con la historia.
Cuando a mediados de los ochenta a Luis Herrera Campins “le estalló en las manos” la “economía rentista”, el siguiente presidente Jaime Lusinchi en su primer discurso (1984) explicaba: “Buenas noches (…) Soy el primer presidente de la era post petrolera (…) Tenemos que prepararnos para un nuevo tipo de país, más austero, más capaz de reunir fuerzas para producir, abandonando el espíritu rentista que ha marcado la mayor parte de la vida venezolana de este siglo”. En todos sus discursos en 1985 estaban ejemplos del abandono del modelo rentista: “Esto requiere decisión y esfuerzo, para enfrentar hábitos e incomprensiones. Pero esa es mi responsabilidad histórica; de lo contrario, seriamos cómplices del ritmo de descomposición que venía dominando al país” y hasta el final de su mandato, en todos sus discursos económicos explicaba que: “Estamos pasando de ser un país exclusivamente rentista, que por lo demás abusó de su crédito interno y externo, a ser un país cuyo futuro dependerá fundamentalmente del trabajo productivo de todos los venezolanos” (1986). ¿Qué hicieron ustedes los chavistas? Socavaron las bases de la democracia y le dieron un golpe de Estado, vendiéndole a los suyos la continuidad del modelo rentista como opción.
No había -como no hay hoy en día- un economista o historiador serio que no concluya que la economía rentista o como bien acuño Rafael Caldera desde la oposición en los ochenta, el “populismo rentista” (1988) no hubiera comenzado en los treinta, entrado en crisis en los sesenta, agotado en los setenta y llegado a su fin entre 1979 y 1986. Hasta el punto que no importaba que usted fuera adeco, copeyano, masista, guerrillero o comunista, absolutamente todo el estamento político para 1986 estaba de acuerdo en una sola cosa: “el final del modelo rentista fracasado”. Porque si Rafael Caldera incendiaba lo poco que quedaba del “populismo rentista” y el CEN de Acción Democrática escribía alegando lo difícil que era salir de aquel modelo, Teodoro Petkoff lo tenía como tema de campaña y el mismísimo Douglas Bravo, mientras conspiraba con un joven capitán llamado Hugo Chávez, escribiría: “La crisis del capitalismo rentista es ya una realidad (…) es evidente que el modelo capitalista rentista está en quiebra” mientras el profesor Giordani escribía un libro sobre cómo llegó a su fin aquel modelo. Por eso en 1993, la Causa R en la que militaba Aristóbulo Izturiz proponía “La Revolución Productiva (…) para terminar de “dejar atrás la economía rentista”. Así que decirlo veintitrés años más tarde, además con una desfachatez tremenda, cuando fue el chavismo y su poder absoluto sobre Venezuela, el que reimplanto a toda mecha la economía rentista que trajo como consecuencias la destrucción de veinte años de trabajo austero y los pocos logros que existían en turismo, pesca, alimentación e industria es como mínimo una sinvergüenzura sin precedentes.
Que es intolerable que el “combustible salga más barato que el agua mineral” fue la tesis de Jaime Lusinchi, “No podemos seguir regalando el dinero de los venezolanos” también lo dijo Lusinchi en 1984, “(las subvenciones son necesarias) pero no podemos seguir regalando” lo dijo en 1985, “Lo regalado se tiene que acabar” lo dijo Carlos Andrés en 1988, “No podemos seguir regalando los servicios” lo dijo en 1989, “es imposible que frente a situaciones que afrontamos en el país, sigamos regalando la gasolina” fue textualmente lo mismo que dijo en 1991. “No hay otro modelo, que no sea producir” ya lo dijeron todos, “hay que producir para exportar” también lo dijeron ¡carrizo!, hace veintitrés años. A ver, ¿qué hicieron Ustedes? Dar un golpe de estado e inventar una revolución para ofrecer el fracasado modelo que hoy tiene a Venezuela en el umbral de la hambruna y con una crisis humanitaria ya calificable como un crimen lesa humanidad.
No señores chavistas no pueden continuar con la manipulación y el engaño, porque un bolívar de 1979 tenía el mismo poder de compra que veintiún bolívares, cuando ustedes planificaron incendiar las calles y dar golpes de estado. Ustedes fueron los culpables de que el bolívar se depreciara a trescientos y la herencia que nos han dejado, no a sus hijos que vemos ya en exterior estudiando y viviendo cómodamente, sino a nosotros los venezolanos que seguimos aquí, es que un bolívar de 1979 tenía el mismo poder de compra que treinta y seis mil bolívares de Chávez-Maduro. De hecho señores chavistas, su modelo no fue rentista, fue un “salto atrás”, fue una verdadera salvajada histórica.
Amigos lectores, que esta gente hoy nos diga algo que comprendió muy bien Betancourt hace ochenta años y que las nuevas generaciones lo entendimos hace veintitrés frente a la pobreza y saqueando almacenes, es por mucho, la mayor muestra de vagancia política en nuestra historia y la prueba más firme de que nunca debieron haber gobernado. Fueron y ha quedado demostrado, un auténtico accidente histórico que será evaluado en el futuro como el mayor fracaso de un grupo político atrasado y aventurero, en la historia de América Latina. Pues bien, “agotado el modelo rentista” del socialcristianismo, agotado también el de los socialdemócratas y acabado también hoy el de los irresponsables marxistoides, resta gritar ¡Basta ya de vagos en la política, carajo!
Publicado originalmente en NotiMinuto