Jesse Hughes, el líder del grupo Eagles of Death Metal, la banda que tocaba en la sala Bataclan la noche de los atentados del 13 de noviembre, dijo que Dios le encomendó volver a París y cantar por “sus amigos” muertos en el ataque yihadista.
EFE
“Tengo la sensación de que fuimos elegidos por las circunstancias (…) para lo mejor y también para lo peor. Yo lo tomó como una responsabilidad. Es Dios quien me lo encomendó”, afirmó el artista, un ferviente católico, en una entrevista concedida a la AFP en Estocolmo.
Tres meses después de los ataques de París, dijo que su grupo quiere ser la primera banda que vuelva al escenario del Bataclan, y contó que cuando está en Estados Unidos siempre porta un revolver consigo.
“Necesitamos ser la primera banda allí, necesitamos caminar allí sin sentir miedo”, afirmó Hughes, cuyo grupo tocaba ante 1.500 personas en la sala parisina el día del ataque, cuando los yihadistas abrieron fuego contra la audiencia.
Esa noche 89 personas murieron, incluyendo el responsable comercial de grupo, Nick Alexander.
Después de los ataques, el grupo anuló su gira europea, que será reanudada este sábado en Estocolmo.
La sala Debaser, en el centro de la ciudad, nunca había registrado un operativo de seguridad parecido. A la entrada los registros a los asistentes son obligatorios, los policías vestidos de civiles se pasean por la sala, que fue revisada antes por perros para descartar la presencia de explosivos.
“En Estados Unidos ya no voy a ningún lugar sin llevar un revólver. Es malo y yo no soy ni un paranoico ni un vaquero, pero hay que estar preparado”, dijo el artista, un militante activo de la Asociación Nacional del Rifle.
– “Da vuelta a la página” –
El grupo volvió a tocar en París brevemente cuando subió al escenario al final de un concierto del grupo U2 en diciembre, pero para ellos el final de esta gira es su verdadero retorno.
“Esta gira tiene que tener un sentido, para que podamos dar vuelta la página y ser un grupo de música normal”, señaló el cantante, vestido con una camisa a cuadros rojos y blancos, y una chaqueta de cuero.
Cuando recuerda la noche del 13 de noviembre, Jesse Hughes, todavía tiene que secarse las lágrimas.
“Había varios policías en la sala y yo adoro a los policías. Uno se lanzó para frenar una bala y fue alcanzado y ahora nunca volverá a caminar. Voy a pasar mucho tiempo a su lado, lo necesito”, agregó.
En París, espera reencontrarse con los supervivientes.
“Hay muchos chicos que fueron heridos, que no murieron pero que quedaron muy ‘jodidos’ físicamente y si mi visita los ayuda, eso va a ser genial y para mí no hay nada más importante en la vida”, afirmó.