A través de una sentencia del tribunal supremo de justicia (en minúsculas como sus valores democráticos) desconoce las competencias de la Asamblea Nacional y días después, basándose en el inconstitucional Decreto de Emergencia Económica, aumenta el valor de la unidad tributaria, sin la debida aprobación del poder legislativo; amenaza con “expropiar” (el término correcto sería arrebatar o quizás robar) la mayor empresa productora de alimentos del país y nuestro ilustre vice-presidente dice que se tomarán las medidas económicas “cuando sea necesario” (es decir, imponen a trocha y mocha un Decreto de Emergencia, pero no toman medidas porque en este momento no son necesarias ¿alguien puede entenderlo?)
Entre tanto, un Mayor del Ejército que trabajaba directamente para la familia Chávez, fue detenido con casi media tonelada de cocaína en el Estado Mérida; Maduro pide a China dos años de gracia para el pago de la deuda, con el fin de vender el petróleo, que debe suministrarle al país asiático, en el mercado internacional para financiar su sobrevivencia -el problema es que China no parece estar dispuesta a aceptarlo-. También se supo, a través de medios de comunicación internacionales que el gobierno venezolano encargó a una empresa colombiana, especialista en cerámica, 1.8 millones de dólares en baldosas de pisos y paredes como regalo para la remodelación de la casa natal de los Castro en Cuba, con motivo de la celebración de los 88 años de Fidel.
Esto se une a una escasez cada día mayor de alimentos y medicinas, que ha obligado a nuestros Diputados a decretar la crisis humanitaria que sufre el país en materia de salud y alimentación. La situación es tan grave que ya ni los llamados bachaqueros consiguen ciertos productos y a diario nos enteramos de personas que fallecen por falta de los medicamentos recetados.
Este panorama dantesco, nos obliga a los ciudadanos a prepararnos para resistir, pero no en su acepción que significa aguantar, tolerar o sufrir, sino por el contrario, debemos dar valor al sentido que señala que resistir es poner frenos, colocar obstáculos, oponerse con fuerza a algo y es necesario señalar que fuerza no significa violencia, pero si firmeza, vigor y determinación.
Todos quienes estamos sufriendo las consecuencias de un régimen que controla todo menos la corrupción, el narcotráfico, la delincuencia y la inflación, tenemos que unirnos, cohesionarnos. Es indispensable que entendamos que jóvenes, adultos, profesores, estudiantes, obreros, profesionales, amas de casa, empresarios, los que vivimos en el campo y en las ciudades, en urbanizaciones o barrios, seamos chavistas u opositores todos debemos resistir, sin cansancio, ayudándonos unos a otros, la solidaridad es indispensable para crear vínculos que unan. Solo se defiende lo que se estima. Los grupos aislados pierden fuerza, por eso el trabajo debe estar destinado a crear una unidad respetuosa donde las diferencias nos enriquezcan.
Esa unidad, la cohesión que logremos creará un muro de contención a los abusos del gobierno, seremos nosotros los ciudadanos que nos resistimos, la muralla contra la cual se estrelle el poder usurpador.
Estamos en nuestro derecho, la resistencia es reconocida como un derecho natural, desde 1789, bajo la revolución francesa en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y el artículo 350 de nuestra Constitución Nacional la consagra.
Hay una realidad innegable, el país se nos va de las manos, es necesario y urgente rencontrarnos, resistir y juntos construir una nueva y mejor Venezuela.
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