Durante la larguísima alocución hecha para anunciar las nuevas medidas económicas, Maduro habló del “milagro de la revolución bolivariana”, mientras los venezolanos sentimos y sufrimos una crisis que se acentúa cada día más.
Pero de la inmensa y muy variada gama de problemas que afrontamos, el que más debe desvelarnos es la hambuna que puede desatarse en el país, si no se toman de inmediato los correctivos necesarios.
Las medidas económicas presentadas no resolverán la crisis, porque lo que ha fracasado es el modelo que pretenden imponer, un modelo que representa hambre para hoy y más hambre para mañana.
El gobierno y sus desacertadas políticas, a diario añaden más miseria a la miseria. Cada día son más los desempleados, las empresas cerradas por falta de materia prima o asfixiada por los controles gubernamentales. La inflación es incontenible, los índices de escasez de alimentos -y medicinas- tocan topes históricos alarmantes.
El hambre ha sido, lamentablemente, usada por los regímenes más crueles como herramienta de control social. Ya en el año 1951, el médico brasileño Josué de Castro, autor de la obra “Geopolítica del Hambre”, señalaba que el hambre crónica provoca apatía, indiferencia y falta de ambición.
Hoy en día, la mayoría de nuestros niños están subnutridos, las principales fuentes de proteínas y vitaminas están escasas o tan caras que se hacen inaccesibles para el 80% de nuestra población. Es muy difícil que un niño aprenda con el estómago vacío, el cerebro necesita vitaminas y ciertos nutrientes para poder desarrollarse, ¿Qué futuro estamos dejándole al país?
Cada vez son más frecuentes las noticias de saqueos en distintas partes del país, y aunque los medios de comunicación no los cubran, las fotos y videos de lo que acontece corren como pólvora por las redes sociales.
Si queremos acabar con el hambre ya existente en el país y evitar llegar a una situación de hambruna -como la que ha vivido países africanos- tal como pronostican los más destacados y serios economistas del mundo, es urgente apostar por otras políticas y modelos económicos que coloquen en su centro a las personas y sus necesidades, y no a aquellos que “como sea” pretenden mantenerse en el poder. Apostar por una verdadera soberanía alimentaria, y recuperar la capacidad de producción de nuestros alientos.
La realidad nos obliga a comunicarle al país que ni saqueando, ni con Maduro en el poder, se recuperarán las inversiones y la confianza necesaria para poder levantarnos, por el contrario, ambos factores, contribuyen a agravar la situación de miseria que atravesamos.
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